Sin duda alguna, los extremos, siempre son malos. Incluso en la administración pública.
Los ciudadanos repudian a los políticos. No quisieran saber nada de ellos.
Sin embargo, en tanto que la ciudadanía no despierte, y se organice, los políticos seguirán gobernando. Salvo raras excepciones.
Las rendijas, que han abierto los políticos, para el acceso de los ciudadanos a puestos de elección popular, son tan estrechas, que solamente algunos logran sus propósitos.
He ahí el dilema, ante las elecciones locales del 2016 : políticos tradicionales o presuntos ciudadanos, capaces de convencer a los electores, de que en la función pública, serán claros y honestos.
Ante este panorama, son varios los aspirantes, en especial a la alcaldía de Tijuana, que afirman reunir el perfil que reclaman los electores. Capaces, eficientes, honestos y apartidistas. Bueno, ellos dicen.
Sin embargo, algo que podría considerarse como extremoso, es el caso del exmilitar y exSecretario de Seguridad Pública Municipal de Tijuana y Ciudad Juaréz, Julián Leyzaola Pérez.
Sorprendió un tanto, cuando en los pasados comicios debutó como asesor, en materia de seguridad pública, de los candidatos a diputados federales del Partido Encuentro Social en la entidad. Hasta ahí, es razonable. Simplemente asesor y en un área específica.
Pero, de asesor de candidatos, a candidato a Alcalde de Tijuana, es algo extremoso. Sería distinto, plantear reformas legislativas, para lograr que la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, y otras posiciones de la administración pública, fuesen consideradas como puestos de elección poular.
Ahí podría caber, la participación de Leyzaola, que si bien es cierto, se le cuelgan muchas “medallitas”, dizque por haber pacificado esta frontera, no se pueden ignorar sus antecedentes de brutalidad contra los propios elementos de la policía municipal.
Muchos de ellos, fueron detenidos arbitrariamente, por supuestos nexos con el narcotráfico, y enviados a prisiones de alta seguridad. Al final, los liberaron, al no acreditarles los señalamientos, y regresaron a Tijuana, pero no pudieron retornar a la corporación. Quedaron desempleados. Gracias a Leyzaola.
Nadie puede asegurar, y acreditar, que la pacificación de Tijuana, se logró gracias a Leyzaola. Y aunque esto fuera posible, debido al carácter recio del exmilitar, no es lo mismo el tema de la seguridad pública, con el de la administración pública en general.
Señalar que un individuo como Leyzaola, casi es una necesidad, para tener un buen gobierno en Tijuana, es algo extremoso. Exagerado, podría decirse.
El tema se manejaba como un rumor, y esta semana lo confirma la periodista Dora Elena Cortés Juárez, luego de una entrevista telefónica con el exjefe policiaco, internado en un hospital militar del Distrito Federal, luego del atentado que sufrió recientemente en Ciudad Juárez.
Y conste, Leyzaola, ya casi habla como político. Dice que tiene instrucción militar, pero que también la tiene en materia administrativa. Lo dice, pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.
No es lo mismo, someter a una “bola de mugrosos”, que atender los reclamos sociales, de miles de ciudadanos, con limitaciones financieras, con un pesado aparato burocrático y con una compleja red de intereses políticos. A muchos, les parece sencillo. A la hora de la hora, casi están dispuestos a tirar la toalla.
Pregunten a los policías vejados por Leyzaola o traten de leer el texto de las recomendaciones de la entonces Procuraduría de los Derechos Humanos, para que conozcan sus estilos y métodos, para el manejo de personal a su cargo. Luego, imagínenlo en el cargo de Alcalde de Tijuana.
Seguramente muchos dirán que es preferible un corrupto o un pésimo administrador, que un arbitrario y salvaje. Los émulos de dictadores, nunca serán buenos gobernantes.
En el caso de Leyzaola, si fue salvaje como jefe policiaco, quizás era necesario, por el clima de inseguridad pública existente en Tijuana. Pero de eso, a Alcalde, es una pésima exageración.
Sin embargo, su participación como candidato a Alcalde, en los comicios del 2016, podría ser positivo, si su sola mención y el posible efecto que podría tener en la ciudadanía, obliga a los partidos políticos a postular candidatos de valía y no a meros simuladores.
Tijuana, como cualesquier otra comunidad, merece tener buenos goberantes. Nada de corruptelas, ni salvajadas. Así como se requieren gobiernos ajenos a la corrupción, también se requiere que respeten los derechos humanos de los tijuanenses.
Hasta hace poco, Julián Leyzaola, no era político. Ahora, simpatiza con el PES. Su formación militar, no le ayuda, para aspirar a encabezar el gobierno municipal de Tijuana, que abarca distintas áreas, no solamente la policiaca. Dios nos libre.
gil_lavenants@hotmail.com
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Exactamente... DIOS nos libre.
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