A diferencia de quienes militan en otros partidos, los priístas que aspiren a participar en las elecciones del 2016, tendrán que enfrentar dos contiendas. La interna, con las reglas de siempre, que advierten claramente que “no hay que llegar primero, sino saber llegar” y la externa, el día de los comicios, cuyos triunfos habrán de ser para los broncos. Principalmente.
En la primera parte, ganarán las candidaturas, no precisamente los mejores, si no los que tengan mejor “línea directa” con los jerarcas del partido o incluso con el propio Presidente de la República y los integrantes de su círculo cercano.
En el proceso interno, los lazos familiares y amistosos, son prioritarios. Los hermanos, sobrinos, hijos, compadres, ahijados, esposas o viudas. En casos especiales, los amigos o parientes de cualesquiera de ellos. Quienes carezcan de tales “virtudes”, deben renunciar a sus aspiraciones.
Y no salgan con que tienen una larga trayectoria partidista, un curriculum formidable o tantos años de militancia partidista. Eso cuenta, pero solamente como un complemento.
Veamos. En los últimos años, el priísmo en la entidad ha estado en manos del castrotrentismo. Por lo tanto, en el caso concreto de la alcaldía de Tijuana, ni le busquen, seguró será para René Adrián Mendívil. Que ya se la deben, dicen.
Pero si el sonorense Manlio Fabio Beltrtones, llega a suplir a César Camacho en la dirigencia nacionl del PRI, ni les extrañe que el elegido sea Chris López Alvarado, su ahijado. A menos de que éste ceda su lugar a su suegro, Mario Escobedo. Ya tuvo en sus manos esa oportunidad, y la dejó, porque todavía no entendía mucho del sistema político mexicano.
Le siguen, en órden de preferencias, Carlos Barboza Castillo, hankista, exdirigente municipal del PRI, y David Saul Guakil, delegado de la Secretaría de Exconomía en la entidad y excoordinador general de la campaña presidencial de Peña Nieto en Baja California.
Raro sería, que la línea presidencial apuntara a uno de los presuntos o sedicentes aspirantes ciudadanos. Podría ser, aunque sería alguien que no haya manifestado una posición contraria a la del exgobernador del Estado de México.
Hay quienes apuestan, que la final, en este proceso interno de priístas, será entre el excastrotrentista, o castrotrentista disimulado, René Mendívil, y el hankista Carlos Barboza Castillo, pero advierten que si ambas corrientes continúan separadas, la derrota será segura para cualquiera de ellos.
Sin embargo, la verdadera contienda, será la del día de los comicios. Ninguno de los que logren una candidatura, tendrá seguro el triunfo.
El PRI, no solamente dejó de ser una aplanadora electoral, sino que ahora se ha convertido en una pesada loza, para todo candidato priísta. Quien sea abanderado del priísmo, enfrentará una doble carga. El repudio popular, hacia el PRI, y el reclamo social hacia el Presidente Enrique Peña Nieto.
Los mexicanos, en especial los fronterizos, han puesto su atención en los efectos negativos por el aumento del IVA, provocada por la homologación, pero olvidan que, peor que eso, ha sido la depreciación de la moneda mexicana, frente a la estadounidense, que ha postrado de rodillas al país entero.
Lamentablemente, nadie puede despojarse, o desligarse, de tales circunstancias. En torno a estas, girá la política nacional. Los que sobreviven, a base de repudiar, todo lo que huela a priísmo. Los que tratan de sobrevivir, buscando rasgos positivos en el proyecto peñanietista, pese a la incertidumbre en la que se ha desplazado.
La cuestión es que la política regional, depende de las acciones y personajes de la política nacional. Y de las negociaciones que se dan en la cúpula de las dirigencias partidistas.
En ese aspecto, la política no ha cambiado nada. Pero sí ha cambiado, en cuanto a las aspiraciones y exigencias del electorado nacional. Muchos mexicanos quisieran que se repitiera el modelo de “El Bronco” de Nuevo León. Ese es el nuevo perfil a satisfacer.
El problema es no confundir a los simuladores, con los verdaderos broncos, tan escasos. Aquellos que parecen broncos, pero que son un vil engaño. Como los productos clonados.
Los priístas desertores, que simulan adoptar posturas ciudadanas, tratando e engañar a los electores.
Aquellos que, aunque digan lo contrario, no pueden negar, la cruz de su parroquia. Los que no se atreven a señalar las fallas o excesos priístas. Ni mucho menos se atreven a criticar al peñanietismo. Sería tanto, como escupir al cielo.
Aquellos, que pese a su larga cola, fingen hacer gestos de asco o repudio, cuando se trata de hablar del priísmo o del Presidente Peña Nieto.
El voto popular pondrá a cada quien en su lugar, en la medida en que los ciudadanos mexicanos despierten. En la medida en que, dejen de maquinar la anulación del voto y lo utilicen, tratando de identificar a los elementos valiosos. La derrota de los priístas en junio pasado, es un mensaje claro, en ese sentido. El PRI debe enmendar su proceso interno. Fuera el dedazo y el compadrazgo.
gil_lavenants@hotmail.com
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