El pasado sábado, México entero amaneció con una lamentable noticia, de corte policiaco, pero que pinta a nuestro país como una grotesca caricatura.
Sin duda alguna, la noticia consternó a los mexicanos. Joaquín Guzmán, conocido como “El Chapo”, escapó, por segunda ocasión, de una cárcel mexicana. Conste, de una de máxima seguridad. Si no fuera de ese nivel, se habría fugado el mismo día que lo recluyeron.
Da pena. La interpretación, es que el gobierno mexicano está al servicio del narco. Que prácticamente les permite operar con toda libertad. Que cuando los detienen, más bien es para seguridad de ellos mismos. Estando en prisión disminuyen los riesgos.
Que estos, los capos de la droga y del crímen organizado, abandonan las prisiones, cuando así lo consideran pertinentes. Cuando se cansan, de estar de “vacaciones” a la sombra.
Y si esto pasa, cuando supuestamente se les tiene dominados, sin recursos para comprar voluntades. ¿Qué pasará, cuando están en plena libertad, con un ejército de colabradores y hartas sumas de dinero, producto de sus actividades ilícitas ?
No es difícil imaginar, que gobernadores, alcaldes, legisladores, jueces, jefes policiacos y militares, están a su servicio. Hoy todo lo que se diga respecto a su poderío e influencia en las estructuras gubernamentales, es creíble.
Todo indica, que las labores de las corporaciones policiacas y militares, solamente son para controlar el mercado de las drogas. De sujetar las manos a unos y liberar o proteger a otros. Qué triste papel el de las instituciones mexicanas.
Ya de por sí, las bases sociales están envenenadas con drogas diversas. Incluso desde edades muy tempranas. Los efectos son notables y lamentables. Crece la delincuencia, la degradación social, la prostitución.
Los valores sociales, están distorsionados. Muchos aspiran a iniciar una carrera criminal, en lugar de pensar en tomar la difícil senda de la preparación en las aulas, si al final de cuentas, con título en la mano, no consiguen empleo y no logran el sustento más elemental para sus familias.
Hay jóvenes, que cursan los niveles básicos de educación, no precisamente para tratar de alcanzar metas profesionales, sino para reunir las constancias que les exigen para ingresar a alguna corporación policiaca. Y de ahí, ponerse al servicio del narco.
Alguien pensará que eso es una exageración, pero lamentablemente es la triste realidad mexicana. En muchos casos, los ídolos de la juventud, no son deportistas, ideólogos o intelectuales, sino personajes del narco que han logrado establecer imperios.
Los Caro Quintero, los señores de los cielos, o los Chapos, están siendo clonados en la sociedad mexicana. En muchos casos, la aspiración más elemental, es convertirse en políticos, incrustarse en la administración pública y saquear las arcas de gobierno. Total, aunque los descubran, no les hacen nada.
Las fugas de El Chapo, son parte de la corrupción que agobia al país. Nadie cree, que los guardias de seguridad del penal, en donde estaba recluído, por sí solos, decidieron ayudarle a escapar. Cualquiera imagina o supone, que hubo jefes inmediatos y superiores, que dieron la luz verde para ello. Que ese tipo de “repartos” o mochadas, llegan hasta altas esferas,
Por eso es la consternación de los mexicanos. Porque ya no hay, en quien confiar, si todas las estrcturas gubernamentales, están contaminadas. Si los dineros sucios, fluyen por doquier.
El costo de todo esto, es enorme. Cuesta miles de vidas, que caen abatidas por las balas, o envenenadas por drogas. Disminuye la capacidad de producción y mejoría económica, porque miles de familias quedan desamparadas y muchas otras viven esclavizadas, dependiendo económicamente de actividades ilícitas.
Así, salen sobrando las supuestas expectativas económicas, porque corre más dineros, en los caminos del mal, que en los positivos.
Y ningún gobierno se muestra capaz de componer las cosas. Ahora falta que propongan, militarizar las prisiones y militarizar todas las áreas de gobierno, hasta que los mexicanos tengan la bota militar en el pescuezo. Con ello, se acabarían las libertades y derechos.
Al final, los mexicanos vivirían bajo el dominio de una dictadura. Fuera los políticos corruptos, frívolos, ineptos y derrochadores.
Lamentablemente, los militares no son ningunas damas de la caridad. Formados bajo recios lineamientos, dotados de armas e investidos de autoridad, son proclives al abuso. Seres superiores a los civiles.
A todo esto lleva, el reflexionar sobre la fuga de El Chapo. Las expectativas mexicanas no son nada alentadoras.
Lo delicado es que, quienes gobiernan, son políticos, y no hay opciones que valgan. El PAN, con Fox, fue solamente un sueño gujiro. Ahora, es difícil creer en posibles cambios.
México, va en un camino descendente. Cada día, va de menos, a peor. Sólo falta, que un día muy lejano, aparezca un Chapo, como candidato independiente a Gobernador o incluso candidato a la Presidencia de la República. Sólo eso falta.
gil_lavenants@hotmail.com
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