Por Gilberto Lavenant
Es lo menos que se puede decir. La educación, está a la deriva. Las autoridades educativas son simples expectadoras. Los directivos de los planteles, por su parte, los manejan de manera irresponsable, movidos por intereses económicos.
Esto es algo sumamente grave. Los centros educativos, son como meras concesiones o franquicias, que los directores en turno usufructúan a su libre albedrío.
Lo mismo venden uniformes, materiales escolares, fotos de graduación. Todo aquello que les reditue ganancias o utilidades. Los expendios de alimentos, por ejemplo.
Pero nula o poca atención, ponen en cuanto a la calidad de la educación. En especial, en cuidar de la integridad física y moral de los estudiantes.
El llamado bullying, sigue siendo un problema serio, por la simple y sencilla razón de que los directivos de los planteles escolares, no se preocupan por guardar la disciplina dentro de estos. Sobre todo, en los de nivel medio superior, donde los estudiantes adolescentes, dan rienda suelta a sus energías, golpeando y fastidiando a los compañeros que les parecen vulnerables.
Aquellos jovencitos opacos, retraidos, introvertidos, son víctimas idóneas, para hacerlos objeto de burlas o blanco de agresiones. Cual si fuesen ratoncitos, o mascotas, a los que empujan, patean, golpean de múltiples formas.
La mayoría de las veces, tales agresiones pasan desapercibidas, porque los ofendidos tienen el temor fundado de que aumentarán las agresiones, si se atreven a denunciar.
En el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios Número 146, ubicado en Playas de Tijuana, un jovencito fue a parar a un hospital, supuestamente al ser golpeado por compañeros con una manopla de fierro, en la cabeza.
Las autoridades del plantel, se percataron del percance, porque el agredido llegó hasta la dirección en busca de apoyo. Definitivamente su estado era delicado, al grado de que fue internado en un hospital, donde le indujeron un coma, hasta lograr desinflamar la parte que recibió la agresión.
No pudieron precisar los hechos, porque no hubo personal de la escuela, presente al momento en que ocurrieron el incidente. Lo más fácil, fue argumentar que se había tratado de un simple accidente. Que estaban jugando con una pelota y le golpearon en la cabeza.
Sin embargo, el asunto llegó hasta la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común, y durante la indagatoria, con el testimonio de varios estudiantes, lograron identificar al agresor. Lo más que hicieron, las autoridades educativas, fue suspender temporalmente al agresivo jovenzuelo.
Que se sepa, no buscaron la forma de asignar suficiente personal, para mantener una vigilancia permanente, a fin de evitar nuevas agresiones, cuando los estudiantes están fuera de las aulas. Aunque el bullying se da incluso al interior de las aulas.
Lo que es peor, entre quienes agreden o fomentan el bullying, hay maestros, que en pleno horario de clases, incitan a sus alumnos para que se burlen o agredan físicamente a alguno de sus compañeros.
De paso, “por sus pistolas”, aplican calificaciones reprobatorias a alumnos, simplemente porque les caen mal o no hicieron alguna tarea conforme a sus exigencias. Actuan como dictadores, arbitrarios, insolentes. Y ni quien les diga nada.
A mediados del 2014, la legislatura estatal aprobó la Ley para Prevenir y Erradicar el Acoso Escolar. Pero las leyes no regulan por sí solas, si las autoridades competentes no las conocen o simplemente no las aplican.
La hasta hace poco titular de la Secretaría de Educación Pública del Estado, Rosario Rodríguez Rubio, ahora precandidata panista a diputada federal, a mediados del 2014 declaró que durante dicho ciclo escolar, se registraron 350 casos de bullying, en los centros educativos de la entidad, principalmente en secundarias de Tijuana.
Irónicamente, enfatizó que al conocer dichos asuntos, se atendieron directamente con los alumnos involucrados y con los padres de familia, pero sin llegar al grado de involucrar a la policía municipal o a la Procduraduría de Justicia. Bueno, no es abogada y desconoce que las agresiones, generalmente constituyen delitos y deben intervenir las autoridades competentes.
Lo lamentable, es que el bullying se da, hasta en los planteles educativos de educación superior. A fines del 2014, trascendió un caso, registrado en el Centro de Investigaciones Científicas y de Educación Superior de Ensenada. El llamado CICESE.
Una estudiante de posgrado, fue víctima de bullying, por varios compañeros que se burlaban abiertamente de ella, por su apariencia física.
Definitivamente, son muchos más los casos de bullying que ocurren en los centros educativos en la entidad. Pero los directivos de los planteles, no hacen nada para combatirlos o evitarlos. Les preocupan más las actividades mercantilistas que les permiten retacarse de dinero los bolsillos.
Y como las autoridades educativas, no hacen nada para poner las cosas en orden, las agresiones continúan, incluso hasta por parte de los propios directivos de los planteles. Se dan casos de impedirles el ingreso, por llegar con unos minutos de demora, o no vestir el uniforme que ellos mismos venden. Por eso, se afirma, la educación está a la deriva.
gil_lavenants@hotmail.com
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