Cuando faltan poco más de 48 horas para que terminen las actuales administraciones en los cinco municipios de Baja California, los residentes de cada uno de ellos, especialmente en Tijuana, se encuentran jubilosos, porque está a punto de terminar la noche de terror y abuso en que convirtió a la ciudad el empresario, que resultó un auténtico vivales, Carlos Bustamante Anchondo.
Y aunque en Mexicali, Francisco Pérez Tejada Padilla; como en Ensenada, su correligionario, el también priísta Enrique Pelayo Torres, se vieron envueltos en escándalos de corrupción y abuso de poder, que los tienen con el Jesús en la boca, ante el altísimo riesgo de ser encarcelados, en Tijuana, Bustamante Anchondo se llevó los honores, pisoteó el apellido hasta hartarse. Si los viejos tijuanenses creían que en los Bustamante no había ladrones y corruptos, se equivocaron, conocieron la habilidad para adueñarse de lo que no es suyo de los Carlos Bustamante, padre e hijo.
Cuando faltan sólo unas horas para dejar la presidencia municipal, Carlos Bustamante Anchondo es vapuleado, ninguneado, incluso por sus correligionarios, aquellos que se sienten traicionados, no por no haber trabajado al interior de la administración municipal, no, la decepción es consecuencia del grave desgaste que propinó el empresario a su partido.
Los errores, abusos y corruptelas, son el distintivo del desgobierno municipal que encabezó Carlos Bustamante. Con un presidente municipal corrupto, trabajaron priístas ampliamente corruptos, como el ahora delegado en Baja California del Instituto Mexicano del Seguro Social, Roberto Alcides Beltrones Rivera, el parásito de su hermano Manlio Fabio quien conocedor de la calaña de su consanguíneo, procura mantenerlo y lo mantiene lejos de él desde hace 3 décadas que lo mandó a Baja California.
En la gigantesca ola de corruptelas que movió al ayuntamiento, durante la administración que está a punto de terminar, también se subió el ahora delegado federal de la Secretaría de Economía y principal difamador del mundillo político de Tijuana, David Saúl Guakil quien se hartó de distraer recursos municipales, para satisfacer caprichos personales, privados y políticos.
El tema es amplio, muy amplio y habrá que desmenuzarlo en próximas entregas, porque muchos de los que se van tienen cola que les pisen, como muchos de los que llegan traen ya la marca que los distingue, para bien o para mal.
Por el momento, hay que apuntar que el nuevo presidente municipal de Tijuana, a partir del domingo, el doctor Jorge Enrique Astiazarán Orci es un hombre recto y con amplio reconocimiento social, como persona honesta, prudente y con capacidad de decisión. De entre su paquete de designaciones, hay que destacar el nombramiento de mi amigo, el exitoso y confiable publirrelacionista Jorge D'Garay Pellares, como Asesor de Presidencia.
Así como hay buenos, hay también algunos que generan fundadas sospechas de que no estarán a la altura de la encomienda. Vamos a retomar opiniones de importantes personajes de la vida social y política de la entidad, en torno a quienes forman el primer círculo del equipo de Astiazarán Orci.
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