Por Ramiro Padilla (sdpnoticias.com)
La primera vez que escuché una opinión al respecto, yo tendría como trece o catorce años. Me pareció una cosa absurda. Lo era porque vivíamos los tiempos de Miguel de la Madrid y Gobernación tenía ojos por todos lados. El solo hecho de mencionarlo me parecía subversivo. En los ochentas, había un control político absoluto de las opiniones, y expresarlo abiertamente podía tener consecuencias mortales. Al menos así lo consideraba la persona que me dio su opinión.
No fue sino muchos años después que volví a escuchar el asunto de nuevo. Seguía pareciéndome una cosa absurda. Esta vez, la idea tenía algo más de madurez. Se tenía la percepción (no sé si sea del todo acertada) de que se generaba mucho dinero que terminaba en subsidios a los capitalinos. Ese era el principal argumento.
Esta idea extendida de que los políticos no nos representaban era cierta. Decisiones que se tomaban a tres mil kilómetros de distancia, sin tomar en cuenta las condiciones particulares de la frontera era (y es) un reclamo que se había extendido.
En nuestro país, lleno de particularidades, el gobierno se había hecho de la vista gorda al anunciar que se respetaban los usos y costumbres de ciertas comunidades. Pero este respeto era con base en una discriminación racial. Comunidades indígenas sin peso político. Por eso no les importaba. Su miopía les impedía ver que más allá de no ser una etnia, los bajacalifornianos teníamos nuestros usos y costumbres.
Por eso, no es de sorprender que ahora surja un movimiento que busca la independencia del estado de consecuencias imprevisibles. Puede convertirse en un movimiento social con fuerza, o puede quedarse en la anécdota. El asunto es que con los usos de las redes sociales temas que no se podían tratar de manera anónima ahora se pueden. Alguien le puso el cascabel al gato. Porque no es un tema menor. Las naciones tienden a ser no-estáticas. Las fronteras pueden difuminarse o afirmarse de un momento a otro. Y nuevos países surgen de nuevos pactos sociales. El ejemplo más reciente es Sudán del sur;
http://internacional.elpais.com/internacional/2011/07/08/actualidad/1310076010_850215.html
En esta situación, la independencia se da por cuestiones étnicas y religiosas después de muchos años de conflicto. En cambio, la antigua Yugoslavia entraría en una guerra fraticida, que terminaría con la adopción de un término que se convertiría en sinónimo de fragmentación, la ya famosa balcanización.
Muchos pequeños países surgieron de esta guerra contraviniendo las olas modernizadoras de finales del siglo XIX que consolidaron como naciones a Italia y Alemania (que dejaron de ser muchos estados dispersos). Pero quizá el ejemplo que más serviría para ejemplificar esta ola de malestar en Baja California lo podría representar Moldavia. Un país con un 80% de población Rumana que sin embargo decidió hacerse independiente;
http://es.wikipedia.org/wiki/Moldavia
Por supuesto que todo esto sucedió tras la caída de la Unión Soviética. En el conflicto de Chiapas, el gobierno utilizaría la estrategia de la balcanización para sembrar en la gente la idea de que si Chiapas se independizaba, una guerra podría extenderse por el país (Andrés Oppenheimer México en la frontera del caos). Esta estrategia fue trabajada hasta la saciedad por la cadena informativa ECO.
Más allá de la originalidad de la idea, lo que se ve es un estado de malestar generalizado, por decisiones de aquellos que no conocen, ni tienen nada que ver con el estado. Los políticos del centro de la república no nos representan, y sus decisiones son un ejemplo claro de que poco les importa lo que suceda en el estado más alejado del DF.
Conviene poner atención a este tipo de movimientos porque estas utopías a fuerza de pensarse pueden convertirse en realidad, de seguirse esta tendencia a poner oídos sordos a los reclamos de quienes pagan sus impuestos.
Con algo de humor negro Héctor Villareal propondría la muerte del pacto federal:
http://revistareplicante.com/muera-mexico/
Lo que se le pediría al gobierno federal sería que aprenda a gobernar para todos. No solo para sus intereses. O que deje respirar a los demás. No queda de otra.
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