Considerar el apoyo de Martha Montejano Cárdenas, como un garante en la consecución de sufragios en el proceso electoral que está por iniciar constitucionalmente, seria no solo un error, sino un suicidio político electoral para quien cometa semejante estupidez.
La exregidora del tricolor es un claro ejemplo de lo que significa el ¨meretrismo político¨, su lealtad a los institutos políticos en los que ha transitado, PRI y PAN, es tan fuerte como una hoja de papel de celofán, su concepto de la política se encuentra directamente relacionada a cuánto va a ganar o cuanto le van a dar por ¨trabajar¨ a favor de alguna de estas marcas partidistas.
Es por ello que, ayer en la conferencia de prensa en la que en compañía de otros ¨líderes sociales¨ se pronunciaron a favor de la candidatura a la gubernatura del estado de Fernando Castro Trenti, el famoso ¨diablo¨, de quien señalaron les intereso su política en favor de las madres solteras por qué dicen, ¨ayudará con dinero y becas escolares para sus hijos”, mostro y demostró de nueva cuenta su carencia de ideología y congruencia política, y su ambición personal.
Castro Trenti, si bien se encuentra inmerso en el proceso electoral y no debe de despreciar ningún voto en su favor, si debe de cuidar de quien se rodea y acerca a su círculo de trabajo y operación política, la probidad y lealtad de Montejano Cárdenas, es tan beneficiosa como un sorbo de cianuro, el desprestigio y mala fama que arrastra la exedil, le puede restar en lugar de sumar.
Eso sin contar, que quienes se pronunciaron con Montejano Cárdenas, en realidad sean lo que presumen, verdaderos líderes sociales que han trabajado siempre a favor de sus comunidades y que esa labor le garantice la aportación de sufragios el próximo siete de julio.
Ante esta situación el ¨diablo¨ debe de tomar sus precauciones y auditar lo que se le oferta, y valorar en su justo medio las aparentes aportaciones de votos de Martha Montejano y coreutas sociales, en la política, y especialmente Montejano, se maneja la teoría de la simulación y la apariencia.
El exceso de confianza es fatal.
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