Por Teresa Gurza
A tres años del terremoto chileno de 8 punto 8 grados, uno de los cinco más fuertes del mundo y con poder destructivo mil veces superior al del asteroide que acaba de caer en Rusia, se han registrado más de ocho mil 500 réplicas; algunas de hasta seis y siete grados de intensidad.
Y no puede descartarse otro gran temblor a breve plazo, porque se ha incrementado seis veces la sismicidad en la zona central del país, donde la madrugada del 27 de febrero del 2010 ocurrió este desastre que afectó a ocho de los 16 millones de chilenos, y causó 450 muertos y cien desaparecidos.
Para estar mejor preparados y fortalecer la red de monitoreo, el gobierno traspasará a la Universidad de Chile cerca de ocho millones de dólares; ha instalado medidores de oleaje y son más estrictas las ya exigentes normas de construcción.
Además de las sísmicas, se han intensificado también las réplicas políticas; porque la derecha insiste en responsabilizar a la entonces presidenta Michelle Bachelet, de la muerte de 156 personas víctimas del tsunami posterior al terremoto.
La acusan de haber afirmado que no pasaría nada, precisamente en momentos en que olas de 30 metros se tragaban gente, casas, iglesias, escuelas y embarcaciones.
La Fiscalía encargada de la investigación la ha citado a declarar y la culpa de 10 errores técnicos y de mando, que incluyen falta de información y capacidad; y exceso de inacción y torpeza, lo que provocó fallas en su liderazgo y capacidad para enfrentar esos momentos.
El presidente Sebastián Piñera, que tomó posesión 15 días después del siniestro en medio de una fuerte réplica que dejó aterrados a los invitados extranjeros que veían oscilar sobre sus cabezas las lámparas del salón del Congreso en Valparaíso, dijo esta semana que la expresidenta tuvo la información necesaria para dar orden de evacuación y no lo hizo.
Y familiares de las víctimas, a las que se dará una compensación económica, y entre las que está la de "Puntito" el niño de 9 años jalado por el mar de la isla Juan Fernández y cuyo cuerpo buscó su abuelo durante semanas sin encontrarlo, han interpuesto querellas por cuasi delito de homicidio.
Sin embargo los chilenos parecen no tener nada de esto en cuenta, porque Bachelet es la personalidad política mejor evaluada y por ello candidata natural a ocupar nuevamente la presidencia de Chile.
Actualmente encabeza la organización ONU-Mujer, cargo que la obliga a vivir fuera de Chile; pero antes que termine marzo, deberá decidir si acepta la candidatura de la concertación de centro izquierda para las elecciones del próximo 17 de noviembre.
En las últimas encuestas Bachelet tiene más de 25 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor, el derechista Laurence Golborne; quien debe su popularidad a que fue el ministro a cargo del exitoso rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José de Antofagasta.
Por cierto que él y el otro precandidato de la derecha, Andrés Allamand, generaron esta semana una polémica discusión con el pretexto del “velatón” en memoria de las víctimas del terremoto y homenaje al empresario Felipe Cubillos, quien antes de que las autoridades reaccionaran viajó a la zona del desastre; pidió a amigos chilenos y extranjeros donar materiales y motores para construir lanchas para pescadores que todo lo perdieron; y levantó escuelas modulares en lugares arrasados, lo que ayudó a que sobre todo los niños regresaran lo antes posible a la normalidad.
Cubillos murió en un accidente de aviación ocurrido meses después del terremoto, al caer un avión de la Fuerza Aérea de Chile en la isla Juan Fernández; pero persiste su fundación Desafío Levantemos Chile, que en esas horas difíciles animó a todo un país.
En tanto se deslinda la responsabilidad de Bachelet y sus funcionarios, el presidente Sebastián Piñera realizó una gira por las zonas más dañadas.
Y advirtió que gracias al esfuerzo mancomunado del gobierno y los partidos políticos, y a la solidaridad de empresarios y comunidad, la reconstrucción de puentes, carreras, iglesias, hospitales y escuelas caídas es del 87 por ciento y que el 93 por ciento de las 222 mil familias que quedaron sin casa, tiene una nueva vivienda; pero que aún falta reconstruir 300 escuelas.
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