Por Gilberto Lavenant
Mañana sábado toma posesión como Presidente de México, el priísta Enrique Peña Nieto, después de dos sexenios de gobiernos panistas. Para los que se van, los panistas, y para los que no han podido llegar, los de la izquierda, el regreso del viejo PRI, es una calamidad, casi una tragedia.
La amenaza, advierten, es que el gobierno del mexiquense, venga a poner en práctica los viejos usos y costumbres de los 70 años en que el PRI se mantuvo en el poder. La corrupción, las arbitrariedades, las frivolidades, los cacicazgos. Sobre todo, lo que más les preocupa, son las posibles acciones represivas, los sometimientos. El volver a los tiempos de la dictadura perfecta.
Pero no sólo los rivales políticos están inquietos. Los propios priístas lo están. Aquellos que, aprovechando la falta de liderazgo nacional, se apropiaron de las siglas partidistas y las regentearon cual si fuesen franquicias, sin que hubiese nadie con el tamaño suficiente para reclamarles y sancionarles.
Cada quien, en su respectiva zona o región, como un barco a la deriva, manipuló y adecuó las estructuras partidistas a su conveniencia. Después de todo el mérito fue que el partido tricolor se mantuviera vigente, luego de haber perdido la Presidencia de la República, máximo galardón y fuente de poder de cualesquier partido político.
Los priístas, hicieron y deshicieron, a su antojo, lo que quisieron y sin que nadie se atreviese a cuestionarlos. El Comité Ejecutivo Nacional del PRI, durante los dos sexenios panistas, fue algo así como un aparato burocrático, ostentando y ejerciendo las representaciones político partidistas, pero sin un mando cierto y contundente. El mando que ejercía el Presidente de la República en turno, no existía. Obvio.
A partir de mañana, el PRI vuelve a tener jefe máximo. A partir de mañana, hay mando cierto y contundente. Ya nadie podrá usufructuar o regentear las siglas partidistas a su antojo. A partir de mañana regresa el viejo PRI, al margen o independiente de la entidad gubernamental. La organización partidista. La vía para acceder al poder, mediante los procesos electorales, la que sirve de contrapeso frente a las demás fuerzas políticas.
Curiosamente, cuando se habla del regreso del viejo PRI, se refieren al partido tricolor reflejado en la estructura gubernamental y no precisamente a la organización partidista, a la que recurren solamente en los tiempos electorales.
El comportamiento del PRI gobierno, se observará y constatará con el transcurso del tiempo. Será cuestión de los priístas, en la función pública, si vuelven a las mañas y corruptelas que hartaron a los mexicanos y que ocasionaron su retiro del gobierno federal. Porque les ganó el antipriísmo, no el PAN. Como ahora al PAN le ganó el antipanismo, no el PRI.
El nuevo PRI, partido, también deberá ser diferente. Al menos ya no podrá andar a la deriva. Quienes lo representen, como funcionarios, dirigentes o miembros partidistas, o integrantes de grupos parlamentarios legislativos, tendrán que actuar acordes y con la anuencia del jefe máximo del priísmo, el nuevo Presidente de la República.
El cambio o transformación empezará con el relevo de la dirigencia partidista nacional. Pedro Joaquin Coldwell, quien ostenta la Presidencia del CEN del PRI, desde el 8 de diciembre del 2011, posiblemente hoy anuncie su retiro, cuando ésta tarde se dé a conocer que formará parte del gabinete presidencial peñista. Se dice que atenderá el área de energía.
Su relevo, ya está lista. La exgobernadora de Yucatán, Ivonne Aracelly Ortega Pacheco. Concluyó su gestión apenas el pasado 30 de septiembre del año en curso, quien empezará de inmediato a operar los procesos electorales de 14 entidades federativas. En especial el de Baja California para el 2013.
La Yucateca, de solamente 40 años de edad, su cumpleaños fue el pasado martes, es de una familia de políticos de aquella entidad. Es sobrina de Victor Manuel Cervera Pacheco, varias veces legislador federal, Presidente Municipal de Mérida y dos veces Gobernador de Yucatán. Secretario General de la Confederación nacional Campesina y Secretario de la Reforma Agraria en el sexenio de Salinas de Gortari.
Prominente priísta confió al columnista que Ivonne aplicará el método de “borrón y cuenta nueva”. Que renovará las dirigencias partidistas en donde sea necesario o lo estime pertinente. Esto incluirá renovar a los delegados del CEN del PRI en las diversas entidades. En especial en Baja California.
Si alguien hizo algún trato o pacto con los actuales delegados priístas, hagan de cuenta que no hablaron nada al respecto. Lo primero que hará la nueva dirigente nacional, será hacer una evaluación de la realidad política prevaleciente en las diversas entidades donde habrá comicios. El nuevo jefe máximo del priísmo, Enrique Peña Nieto, le ha encomendado que todo se haga con claridad, sin presiones, ni compromisos previos.
Para la exgobernadora, todos los aspirantes priístas a la gubernatura de Baja California, recibirán un trato equitativo y tendrán las mismas oportunidades y atenciones. Para todos, habrá suelo parejo. No trae consigna para favorecer a alguien en lo particular.
Por cierto, llama la atención el que René mendívil, encargado de la dirigencia estatal del PRI, haya denunciado que alguien falsificó su firma y elaboró un escrito dirigido a Luis Videgaray, uno de los principales operadores del equipo de Peña Nieto, presuntamente recomendándole a varios bajacalifornianos para ocupar las delegaciones federales. Cierto o falso, el único conducto para hacer ese tipo de recomendaciones lo será la nueva Presidente del CEN del PRI. Nadie más.
Ese es el nuevo PRI que viene. Como dijo Manlio Fabio, es un “volver a empezar”.
gil_lavenants@hotmail.com
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