Por Gilberto Lavenant
Después de los comicios presidenciales del 1 de julio, y las actitudes asumidas por Andrés Manuel López Obrador, quien fuese el candidato de las izquierdas, y de los seguidores de éste, se han generado múltiples incertidumbres en millones de mexicanos.
Todo, dizque en defensa de la democracia. El apasionamiento, o fanatismo, como quieran llamarle, no permite a los lopezobradoristas, y a su caudillo, reconocer o admitir que exageran, que se pasan de la raya y pretenden convertir a México en un país falto de libertades. Veamos, por ejemplo, eso de que el priísta Enrique Peña Nieto fue impuesto por Televisa y TV Azteca. Obviamente, según ellos, la imposición se realizó a fuerza de tanto machacar el nombre o imagen del mexiquense, al grado de que opacó a Andrés Manuel y a Josefina. Esto implicaría que se tenga por cierto que los mexicanos son unos retrazados mentales, que se dejan embaucar por simples programas televisivos y dicha inducción es mala para la vida política y social del país, al grado de que se debe crear una comisión calificadora de programas, que decida qué se puede poner a la vista de los mexicanos, que no los lleve a votar por malos gobernantes, o por cuáles deben de votar, sin correr el riesgo de ser descalificados o tachados de tontos. Quienes piensan así, seguramente han recibido capacitación en países que viven bajo sistemas comunistas, y consideran lógico, normal y democrático, darles a los ciudadanos, sólo aquello que sea bueno o acorde a los intereses de los gobernantes. Seguramente pretenden someter a los mexicanos a tales condiciones, que carezcan de la libertad de observar lo que a su interés personal convenga o simplemente llame su atención. Seguramente esas son las pretensiones de López Obrador y de sus seguidores. Y son tan necios, en las posturas que asumen, en las descalificaciones que formulan y en las acusaciones que lanzan, que sólo les faltaría proponer, no solamente que se prohibieran las televisoras privadas y que sólo funcionaran las oficiales, sino que además, se cancelen los procesos electorales, para no correr el riesgo de enfrentar fraudes electorales o la compra de votos, o las imposiciones televisivas. Han de decir que los mexicanos son tan tontos, que se dejan embaucar y que lo “mejor” para todos, es hasta quitarles el derecho a votar. Lo mismo se podría decir respecto de todos los medios de difusión y de quienes ejercen el periodismo. Que solamente se les permita ejercerlo, a quienes sean afines a López Obrador, y que se califique como enemigos de México a quienes se atrevan a criticar al tabasqueño. El salvador de los mexicanos. El único que sabe qué es la democracia. Un sistema de gobierno en donde no se permita la disidencia, la libertad de expresión. El proceso electoral, fue “una vergüenza nacional”, no porque haya resultado ganador Enrique Peña Nieto, y porque supuestamente se haya incurrido en múltiples irregularidades, sino por el hecho de que la mayoría de los mexicanos, fueron tan tontos, que no votaron a favor de Andrés Manuel. El no haberle reconocido sus “dotes de estadista”, de “líder social”, le ofendió profundamente. A tal grado llegan las acusaciones, que para López Obrador y su gente, el Instituto Federal Electoral, no sirve para nada, pues permitió a los priístas que cometieran toda clase de mañosadas. Pareciera como que a un lado de las casillas electorales colocaron máquinas expedidoras de tarjetas de débito o de descuento comercial, y a cada electoral, previo a la emisión del voto, le decían : -500 pesos por cada voto presidencial. 300 pesos por cada voto de Senador y 200 de Diputado Federal. Para los izuierdistas, así ocurrió. Dice Andrés Manuel que los priístas compraron 5 millones de votos. Bajo el dicho aquel de que “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarre la pata”, entonces asevera que en estos comicios hubo 5 millones de delincuentes electorales, o mercenarios. Pero curiosamente, los acusan, cuando los resultados le fueron desfavorables. Además, pasa por alto que el voto es libre y secreto. Aquí lo que sí debería legislarse, y tipificarse como un crimen electoral, es andar lanzando acusaciones sin ton ni son, que de no ser acreditadas como ciertas, deberían ser sancionadas. Suspenderle al falso acusador su derecho a votar y ser votado y a las organizaciones políticas que le respaldan, se les debería cancelar su registro como partidos. Porque están muy dignos, dizque defendiendo la democracia, pero sus Senadores, Diputados y Gobernadores, que resultaron electos, de inmediato acudieron a recibir sus constancias de mayoría, para tomar posesión y poder cobrar sus cheques a partir de la primer quincena de septiembre. Vergüenza, debería de darles. El problema básico con la democracia mexicana, es que ha permitido que la política sea un negocio lucrativo para los políticos. Les pagan sin hacer nada, o cuando menos no lo suficiente, y les dan dinero para que hagan la faramalla de que defienden la democracia, pero quienes realmente la dañan, son ellos. Bola de chantajistas y extorsionadores. Que se dejen de hipocresías. Andrés Manuel no va a salvar a México. Más bien lo va a undir. Quizás sus seguidores insistan en que el principal enemigo del país son el PRI y Enrique Peña Nieto, como lo han sido en estos seis años el PAN y Felipe Calderón. Son los riesgos sexenales. Pero, volviendo al inicio del tema, después de los comicios presidenciales del 1 de julio, y las actitudes asumidas por Andrés Manuel López Obrador, quien fuese el candidato de las izquierdas, y de los seguidores de éste, se han generado múltiples incertidumbres en millones de mexicanos. Todo, dizque en defensa de la democracia. Muchos mexicanos ya no saben cuál es la verdad de todo. Incluso si es malo acudir a las urnas a votar, o si mejor se abstienen, para eludir acusaciones. Si ver la tele, o apagarla. gil_lavenants@hotmail.com
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