viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Amenaza o promesa?

Por Teresa Gurza
Ay Dios mío que susto me dio leer esa advertencia de Felipe Calderón de que su administración terminará “a tambor batiente”.


¿Qué querrá decir con eso el Presidente, si ya de por sí y sin tambor las cosas están fatal y hay 50 mil fallecidos entre narcos y “colaterales”?




¿En qué consistirá eso, de que completará los proyectos que concibió al iniciar su gestión y enfrentará los retos que conlleven?



Ojalá no signifique que su guerra será más empecinada y que al terminar su sexenio tenga que llamarnos sobrevivientes, en lugar de ciudadanos.



Y ¿qué podemos esperar de la frase “echaré los kilos a mi gobierno”, dicha justo en momentos de un plan nacional para que los niños bajen de peso?



¿Echará los kilos para afuera, o para adentro? ¿No habrá ya gorditos en el gabinete? ¿O por el contrario, serán contratados los que más pesen?.



Sería bueno que el Presidente aclarara lo que ha querido decir en éstas y otras cuestiones.



O que alguno de sus secretarios que otras veces han servido de traductores y explicado que el Presidente no dijo lo que dijo sino otra cosa, nos precisen ahora de que se trata lo anunciado.



Sabiéndolo, viviremos sin tanto sobresalto y preparados para lo que venga; y no nos sorprenderemos si nos sale con novedades que no lo son; como esa de que “ningún poder está por encima del otro”, que como casi todos sabemos, es mandato de nuestra Constitución y no descubrimiento feliz de nuestro “presi”.

Calderón ha tenido también malas calificaciones en educación; porque los libros de texto gratuito que mandó hacer, contienen 170 errores, fallas conceptuales y expresiones poco científicas; y no todos fueron entregados a tiempo para el inicio del año escolar.



Y si se multiplica lo que costó cada uno por los 129 millones 636 mil 800 ejemplares que se hicieron, se verá que la suma echada a perder es estratosférica; y que no vale la disculpa dada por Fernando González, yerno de la maestra insigne y subsecretario de Educación Básica, de que “fueron hechos con muy buenas intenciones”.

Y

es Calderón es de aquellos que ven el temblor y no se hincan, porque nos hemos enterado de que su Secretaría de Seguridad Pública, la misma que mandó hacer esa carísima serie televisiva para que les echáramos porras a sus agentes, gastó más del 700 por ciento de lo aprobado en promocionarse.



Habló también Calderón esta semana, del peligro que “las maquinarias gubernamentales desequilibren indebidamente la equidad en las campañas electorales”; si de verdad no quiere que eso pase, debiera actuar en consecuencia y no sólo hablar para los medios.



¿Cómo puede hacerlo a estas alturas del sexenio?.



Será difícil. Pero menos, si se asesora de mexicanos inteligentes y decentes; de universitarios conocedores que puedan echarle una manita.



Sí escucha a los críticos del Presupuesto de Egresos que propuso para el año que entra, porque eleva aún más sueldos y pensiones de la burocracia, mientras recorta recursos para educación e infraestructura



Si hace caso a lo que proponen los inconformes con los gastos de esa su guerra, que sin acabar con el narco, ha traído como consecuencia que el homicidio sea la primera causa de muerte en los jóvenes mexicanos.



Difícil que en estos tiempos de crisis, ineficacia y corrupción en mucho de lo que el gobierno calderonista toca, resuelva las cosas un llamado a la unidad en un país tan desigual.



Por eso es inútil seguir con la cantaleta de pedir a los ciudadanos lo ayuden a enfrentar unidos al enemigo; porque por una parte, proteger de los criminales, no es tarea de los ciudadanos, sino la principal obligación de todo gobierno que se respete.



Y por la otra, ¿es el enemigo de los “ciudadanos unidos” el mismo que el del Presidente?.



¿Son las tácticas con las que ellos quisieran enfrentarlo, las mismas que prefiere el Presidente?.



Me parece que no.

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