Por Teresa Gurza
Semana movidita fue ésta, en la que se cumplen 25 años del asesinato impune de Manuel Buendía; al que se suman 50 asesinatos de periodistas, ocurridos durante los dos sexenios panistas.
Tan movida, que los acontecimientos acallaron los ecos de las denuncias de Ahumada; y de los dichos, primero condenatorios y luego todo lo contrario, del ex presidente Miguel de La Madrid respecto al también ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
Entre otras cosas, se publicó en México la entrevista de Slim con el presidente Felipe Calderón; hecho importante, porque da luz al conflicto que ambos tuvieron en los primeros meses del año; cuando fue claro que Calderón pedía algo que Slim no quería darle; o que Slim solicitaba algo, que Calderón le negaba.
Ahora se sabe que con el mal tino y poquísima inteligencia con que ha funcionado este gobierno, Calderón puso como condición para entregar al empresario un canal de televisión lo que el Slim calificó como “la destrucción de Telmex”; y a lo que se negó.
Se llevó a cabo también esta semana el simulacro de la fuga zacatecana de la que no se sabe nada nuevo, porque los cincuenta y tantos peligrosos reos siguen fugados; y el Operativo Michoacán, que mantiene detenidos a 30 alcaldes y mandos de ese estado de la República.
Y que el gobierno jura y perjura que no tiene tintes electorales, como si hasta esta semana se hubiera enterado de que hay droga en Michoacán.
Lo que es conocido desde hace décadas.
Con decirles, que muy cerquita de Apatzingán se ha rendido culto por años a la Virgen de Acahuato en una enorme y rica Basílica, que contrasta con la pobreza del lugar; y cualquiera podía ver en sus muros, exvotos de gratitud por las buenas cosechas de la verde yerba.
Hubo también esta semana, asesinatos y desapariciones de periodistas; cuyos casos se añaden a los de otras muchas personas “levantadas” en este sexenio, como bien lo documentó Miguel Ángel Granados Chapa en su Interés Público de la Revista Proceso del 24 de mayo.
Crímenes que se unen a la corrupción, impunidad, robo descarado o disimulado de los recursos públicos, ineficacia y degradación de la política y los políticos, agandalles, brincos y maromas partidistas, ofrecimientos panistas de pago a candidatos de otros partidos para cambiar de bando, como pasó en Morelos.
Y a las risibles, si no fueran indignantes, declaraciones que hace sin ton ni son y a diestra y siniestra, el cultísimo, pomposo y simpático presidente del PAN.
Cosas todas ellas, que parecen motivar a los jóvenes a no inscribirse en los registros electorales.
Afortunadamente tenemos investigadores y analistas políticos, que continúan avisando los peligros a que todo lo anterior conduce.
Pero el gobierno sigue sordo.
Sordo ante lo dicho por Amnistía Internacional que asegura que el narco sigue actuando en México; y que pese al despliegue militar, crímenes, violencia, impunidad y atentados a los derechos humanos, van en aumento; principalmente, porque en ellos participan militares y policías.
Sordo frente al desprestigio internacional que nuestro país está acumulando; y ante el pronunciamiento de la CEPAL, de que la inversión directa extranjera en México va en caída; y del Banco Mundial, sobre el estado de la economía.
Sordo ante los planteamientos hechos por los rectores de la UNAM, y del Poli, José Narro Robles y Enrique Villa Rivera, quienes junto a muchos otros rectores advirtieron a la SEP y a la Nación, los riesgos que implica no invertir en educación.
Porque sólo con universidades estables se evitará la descomposición social; y para tenerlas se necesita aumentar presupuesto y cobertura.
Precisaron que la crisis no es pretexto, porque en otros gobiernos aún en situaciones económicas críticas y complejas, se levantaron grandes proyectos educativos.
Sordera gubernamental que tal vez explique lo que Narro llamó “desdén a la ciencia”, y afición al pensamiento mágico; y que llevó a las más altas autoridades del país, a culpar a la corbata de ser reservorio del virus de la influenza; lo que complicó la atención a ese grave problema de salud.
Y como si todo fuera poco, a Fidel Herrera se le ocurre hacer una estatua al “niño cero”, por el honor de haber sido el primer contagiado por la entonces porcina. ¡Qué país!
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