miércoles, 31 de octubre de 2018

Calaveritas 2018

Por Teresa Gurza.
AMLO
Como López Obrador quería
gobernar con los pirrurris,
morenistas agraviados
lo tundieron a sillazos.


Y más tarde dos fifís,
lo mataron a balazos
cuando no salió Texcoco
y quedó Santa Lucía;
porque él quiso dejar claro
los chicharrones de quien
serían los que tronarían.

Y hoy yace pálido y yerto,
en cajón color de rosa
porque HOLA le dio descuento,
y le pagó el camposanto.


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PEÑA NIETO
Hace ya bastante tiempo
que se murió Peña Nieto
de un artero zapatazo,
que una mujer le asestó.

Todos nos dábamos cuenta
que había tirado la toalla,
pero nadie se enteraba
que en casablanca apestaba,
hasta que llegó la Parca
a ordenar que lo fundieran
para siempre en el infierno
por haber sido blandito,
con el vecino maldito;
y habernos harto jodido.


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MUÑOZ LEDO
Por fin murió Muñoz Ledo
y en trasnochado panteón,
rinde tributo a un patrón
y pasa luego al siguiente.

Muy congruente nunca fue,
pero mirarlo insepulto
dio a los pejes compasión,
y le compraron cajón.


XXXXXXXXXXX


DONALD TRUMP
No pudo ser enterrado
ese imbécil copetón,
porque la tierra rehuía
su pelaje amarillento
de buitre depredador.

Ridículo y desalmado
inculto y desarraigado,
embustero y pendenciero,
racista farandulero,
provocador indecente,
se lo cenan carroñeros.


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CARDENAL RIVERA
Por tapadera y rastrero,
hasta la muerte le huyó;
y cuando la Parca quiso
llevárselo tiroteado,
los balazos lo esquivaron.

Y hoy espera viejo y tieso,
y con el pelo pintado
bajo el gorro colorado,
que el negocio millonario
de tanto changarro santo
que en la Basílica ideó,
le alcance para el sudario.


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JAIR BOLSONARO
Por brindar más de la cuenta
tras ganar esa elección,
en Brasil chupó ayer faros
el fascista Bolsonaro.

Con su muerte repentina,
se salvó la Amazonía
que iba a deforestar;
en las favelas y calles
hay otra vez alegría,
pues huyó su policía;
y las cariocas celebran,
porque humillarlas quería.


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ORTEGA Y MADURO
Estos tipos criminales
cuyos actos indignaron
a nuestra América entera,
murieron de dos patadas
que se dieron uno al otro,
al confundirse las caras.
Sus sucios restos mortales,
esperan a ser cremados;
pero hicieron ya el milagro,
de que no corra más sangre
en la linda Nicaragua,
y tampoco en Venezuela.

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