viernes, 13 de octubre de 2017

A siete años del rescate

Por Teresa Gurza
Este viernes 13 de octubre se cumplen siete años del rescate de los 33 mineros, 32 chilenos y un boliviano, que pasaron 69 días a 720 metros de profundidad, expuestos a morir por sofocación o derrumbes, en la Mina San José de San Pedro de Atacama, en Chile.


Esa noche del 13 de octubre del 2010 en un alarde de tecnología y decisión, el gobierno chileno encabezado por el entonces presidente y hoy nuevamente candidato al mismo puesto, Sebastián Piñera, sorprendió al mundo al extraer de las profundidades del derrumbe, a los 33 hombres vivos.

Estaban en relativamente buenas condiciones de salud, pese a que se turnaban para remover 22 toneladas diarias de escombros por las labores de perforación necesarias para su rescate; y gracias a que, durante casi dos meses, se les estuvo proporcionando comida y agua, juegos y música, ayuda sicológica y espiritual.

Recuerdo ahora la trasmisión televisiva del impecable rescate hecho por la cápsula Fénix II, que en 48 horas los depositó uno por uno en la superficie de la mina, y los hizo transitar del anonimato a la celebridad.

Años antes mi esposo Matías, que era un hombre totalmente enamorado de su patria, quiso mostrarme el desierto de Atacama en su época más bonita y me llevó a ver, el fenómeno del Desierto Florido.

Aunque es el más árido y seco del mundo, cada cuatro o cinco años Atacama se llena de flores que brotan de un día para otro entre piedras y arenas, formando un espectáculo maravilloso.

Por el camino vimos una montaña grande y piedruda, que el guía explicó era la Mina San José; importante por sus minerales y por ser una de las pocas fuentes de empleo de la región, insistiendo en que estaba en pésimas condiciones y con frecuencia había derrumbes.

Así que cuando el 5 de agosto del 2010 estando de vacaciones en Cocoyoc, nos enteramos del desastre ocurrido, lo sentimos cercano; como sucede cuando uno ha sido feliz, en los sitios que las noticias mencionan.

Con los días supimos, que una perforación había llegado a lo que las esposas pensaban podría ser el refugio minero, del que hablaban sus maridos; y que al regresar un tubo a la superficie, traía colgando el famoso papelito que en siete palabras decía todo: “Estamos bien en el refugio los 33”.

Después, los mineros informaron que había filtraciones de agua y que las “palomas” que desde afuera los proveían de alimentos, medicinas, mensajes y cds de Marco Antonio Solís, llegaban húmedas.

Supersticiosos, las atribuyeron a que la mina “lloraba” por no haberlos podido atrapar definitivamente; y para calmarla, la última noche le hicieron un velatón de despedida; con velas, cantos, y oraciones.

Ese miércoles, Matías y yo nos pusimos cómodos y en pijama; y con cerveza y sandwichitos, pasamos la noche viendo por televisión el perfecto rescate.

Nos impactamos cuando al aparecer por primera vez la Fénix 2 en el espacio gris y feo de la mina, salió de ella Manuel González el valiente primer rescatista que se atrevió a hacer el viaje a la profundidad, sin estar seguro de lo que resultaría; nos abrazamos, cuando salió de la cápsula el primer minero, Florencio Avalos; y nos conmovimos, con los largos besos que algunos mineros dieron a sus parejas.

Para lograr un rescate exitoso, Piñera no escatimó pesos ni esfuerzos y destinó recursos y tecnología de punta, a esa larga y difícil operación de dos meses y final incierto; y que finalmente resultó preciosa, conmovedora, generosa y honesta, porque se quiso mostrar todo lo que ocurría y la señal se dejó en el aire para que la bajara gratuitamente, quien así lo quisiera.

Estrictamente el desplome de la mina no era asunto oficial; sino un problema entre los obreros y los dueños de la mina, que en esos meses se escondieron; pero las razones humanitarias le pesaron más que las económicas y se cubrió de gloria.

Mostró, además, prudencia para no interferir en los sentimientos y permitir a los mineros elegir a las primeras personas que querían ver, al salir de la profundidad, así fueran, esposas o amantes; y protegió su intimidad, instalando áreas exclusivas para ellos.

Dos mil representantes de la TV mundial, cubrieron el evento para una audiencia que superó los mil millones de espectadores.

Los especialistas advirtieron entonces, que los mineros no tendrían problemas los primeros meses, porque seguirán en controles médicos y sicológicos y resguardados por quienes en el refugio los habían provisto de medicamentos, dieta adecuada, ejercicios, distractores y trabajo organizado; pero que después, debían checarse.

Desgraciadamente los siete años transcurridos, han sido duros para los que no han podido superar el estrés por la angustia sufrida, la exposición mediática y la falta de trabajo.

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