jueves, 28 de mayo de 2015

Palco de Prensa: La inseguridad pública

Por Gilberto Lavenant
Los temas de violencia e inseguridad pública, que han hecho crisis en los últimos días, al menos en Tijuana, no son solamente de índole policiaco. Ciertamente, se les identifica directamente con policías y ladrones, o delincuentes en general, pero es mucho más.

En principio, la inseguridad se percibe, precisamente por los hechos violentos que se registran en la ciudad : asesinatos, secuestros, asaltos, violaciones, violencia familiar.
Entre las causas, se advierte, una deficiente labor de las corporaciones policiacas. Deficiente capacitación, armamento y equipo insuficiente. Falta de elementos para atender los puntos de conflicto, salarios raquíticos, ineptitud e inexperiencia de los titulares.
Pocos reconocen, y son muchos menos los que lo aceptan o entienden, que la compleja y extensa problemática social, tiene como factor común, en sus orígenes, el económico. Los miserables salarios mínimos que reciben los trabajadores, por una parte, y, por la otra, la corrupción, que consume los recursos públicos, en todas las áreas gubernamentales.
Si los salarios que perciben los trabajadores, fuesen remunerativos, al menos para cubrir las necesidades básicas de sus familias, “otro gallo cantaría”. Los jefes de familia, brindarían educación adecuada a sus hijos, principios básicos, tales como valores cívicos y morales. Los mantendría alejados de las drogas, de los vicios en general, de las compañías y relaciones nocivas.
Si los jóvenes tuviesen suficientes oportunidades de estudio, de recreación, culturales, tendrían la formación y capacitación adecuada, para lograr mejores niveles de vida para ellos y para sus familias.
Si quienes egresan de estudios superiores, encontrasen empleos bien pagados, u oportunidades para continuar estudiando, algún día, la sociedad alcanzaría niveles superiores.
Si todo eso fuese posible, seguramente habría menos delincuentes en las calles. Y siendo menos los que delinquen, habría menos violencia y se abatiría el índice de criminalidad.
Si se erradicara la corrupción de las estructuras gubernamentales, o se disminuyera lo más posible, habría mayores recursos para atender la problemática social, menos malos ejemplos, calles pavimentadas, colonias electrificadas, escuelas suficientes, de todos los niveles, zonas recreativas, instalaciones culturales, corporaciones policiacas, con suficientes elementos, mejor equipados, bien pagados, con policías de carrera y, sobre todo, jefes policiacos experimentados y capacitados, ostentando cargos en base a sus méritos personales y no por simples lazos familiares o compadrazgo.
Lamentablemente, ocurre todo lo contrario.
Los salarios de los trabajadores en general, incluso de los elementos encargados de la seguridad pública, son raquíticos. De hambre.
Los trabajadores, tienen que laborar más de 8 horas diarias para subsistir, o tener dos y hasta tres empleos, dejando abandonados a sus hijos. En muchos casos, el delinquir es la vía más al alcance, aunque también por ella aceleran su deterioro personal y el de sus familias. Los padres que delinquen, son un pésimo para sus hijos.
Los policías, por su parte, en lugar de velar por la seguridad pública y el bienestar de la ciudadanía en general, en especial cuando sus jefes no los controlan, salen a las calles a cometer latrocinios, a “cobrar piso” a los delincuentes comúnes, para “operen” libremente e incluso, para que sigan evadiendo la cárcel, porque representan una “mina de oro”, lo que se refleja en el reciclado de malvivientes. Hoy los detienen y hoy mismo salen libres.
Se vive en círculos viciosos, formando una cadena de depredadores sociales. Unos se comen a otros y es un cuento de nunca acabar.
Si los empresarios, abrieran más fuentes de trabajo, mejor remuneradas y cumplieran oportuna y efectivamente sus obligaciones fiscales, administrativas y sociales, las instancias de gobierno tendrían recursos para desarrollar los diversos programas sociales.
Si se constituyeran en observadores y vigilantes del gobierno, para verificar que no hubiese desviaciones de recursos públicos y en caso de haberlos, se unieran para exigir el cese y proceso penal de los políticos corruptos. Pero son cómplices de los corruptos.
Si los políticos fueran respetuosos de las normas y cumplieran eficientemente con sus responsabilidades, sin meter las manos en las tesorerías gubernamentales.
Si todo eso fuese posible, sin duda alguna viviríamos en un mundo mejor.
Lamentablemente, eso está muy lejos de suceder.
Si el Alcalde de Tijuana, Dr. Jorge Astiazarán, entendiera y reconociera, que su amigo Alejandro Lares, quizás fue un excelente camillero en la Cruz Roja, pero es totalmente ineficiente en la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, ordenara su cese fulminante. Aunque eso no disminuiría la violencia y la inseguridad pública, sería un buen principio.
Si lo mismo hiciera el gobernador Kiko Vega con Daniel de la Rosa Anaya, Secretario de Seguridad Pública Estatal, también surgiría la esperanza de que alguien más, hiciera un mejor papel.
Pero, en fin, como dicen por ahí : si mi abuelita tuviese ruedas, sería bicicleta. Soñar, no cuesta nada.
gil_lavenants@hotmail.com

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