martes, 18 de noviembre de 2014

Palco de Prensa: Los enfermos políticos (México vive sometido por una partidocracia)

Por Gilberto Lavenant
Los partidos políticos, están enfermos. Unos más que otros, pero todos padecen males similares. La codicia, corrupción, ansias de poder, insensibilidad social, además de las malas compañías.

En el 2000, el PRI tocó fondo, cuando por primera vez perdió la Presidencia de la República. Tardó dos sexenios en recuperarla y no hay garantía alguna de que logre conservarla durante mucho tiempo.
El gobierno priísta de Enrique Peña Nieto, está como los ebrios, que van sin rumbo fijo y cae y que no cae. Su partido, el PRI, como los manejadores de los boxeadores, está al acecho, por si es necesario lanzarle la toalla y parar la pelea.
A nivel presidencial, si el Presidente está débil, el Partido no puede estar fuerte.
Las debilidades presidenciales, se denotan, ante la incapacidad para aminorar los efectos y alcances de los problemas sociales. Desempleo, hambre, enfermedades, corrupción, inseguridad y narcotráfico.
Pero, volviendo al tema de los enfermos políticos, la debilidad del priísmo, después de los excesos y fallas a lo largo de 70 años en el gobierno, llevaron al panismo al poder, representado por Vicente Fox.
Los mexicanos, en verdad que creyeron que el vaquero simplón, daría un fenomenal cambio en la política mexicana. Pero salió peor.
No obstante, los mexicanos mantuvieron viva la esperanza en el anhelado cambio. Y de nueva cuenta, otro panista, quebró los platos que no alcanzó a quebrar Chente.
En el 2012, el PAN quedó aniquilado. Felipe Calderón dijo que habría que reconstruirlo, poniendo piedra, sobre piedra.
Tratando de aparentar, ser un partido grandote, pese a que quedó en simples escombros, Gustavo Madero inventó lo de las afiliaciones “maruchan”. En el 2015, será su prueba de fuego.
Luego de Calderón, los mexicanos aplicaron aquello de “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Y regresó el PRI.
De los tres partidos “grandotes”, el PRD podría parecer el tercero en discordia. El que mereciera una oportunidad de gobernar al país, sin tener que incurrir en tener que tolerar al PRI o al PAN.
Sin embargo, resulta que el PRD está enfermo. Muy enfermo.
El pasado domingo, el líder moral del Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hizo el diagnóstico, casi fatal.
Mediante una Carta Abierta, dijo que el PRD, por el caso de Iguala, el de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, y por otros fenómenos, “está en una grave situación de postración y agotamiento, a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político-electoral”.
Hay que recordar que Guerrero, es gobernada por el PRD e Iguala, el poblado donde se registró la tragedia, también. ¿Cómo deslindarse de la responsabilidad?
Lo peor, y es lo que les echa en cara Cárdenas, es que los dirigentes perredistas, ni nacionales, ni estatales, reaccionaron oportuna y adecuadamente. Las complicidades eran tan evidentes, que no pudieron fustigar a los gobernantes de esos lugares. Se la tragaron todita.
Tan delicadas están las cosas, que Cárdenas invitó a la dirigencia nacional del PRD a renunciar, para enfrentar lo que considero es la peor crisis que ha vivido el partido en sus 25 años de fundación.
Como era de esperarse, tal señalamiento cimbró a los perredistas, en especial a la dirigencia nacional, que se niega a reconocer su responsabilidad.
Cabe observar, que apenas en septiembre pasado, el PRD renovó su dirigencia. Decir que la actual está fallando y que debe ser cambiada, es delicado.
Además, el PRD es un partido de tribus políticas. Está dividido en fracciones o grupos, que muchas de las veces jalan por distintos lados. Que la Nueva Izquierda, la Alternativa Democrática Nacional y Movimiento Progresista. Este fraccionamiento, no le permite crecer.
El reclamo de Cárdenas, sin duda alguna, fue porque la dirigencia nacional del PRD, no fue capaz de evitar que los gobernantes perredistas de Guerrero, se confabularan con el crimen organizado. Algo peor que una traición partidista.
Sabido es que desde hace años, México vive sometido por una partidocracia. ¿Qué implica que los partidos políticos estén enfermos? Que dentro de poco, abiertamente y sin decoro alguno, postularán a los candidatos que les recomiende, sugiera o imponga, el crimen organizado.
Ese sí sería el colmo, llegar a tener un narcogobierno, que sería peor que tener políticos corruptos, a secas. Entonces sí, a legalizar el uso de la marihuana, que proponía Fox.
gil_lavenants@hotmail.com

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