sábado, 21 de junio de 2014

Palco de Prensa: Los “divorcios express”

Por Gilberto Lavenant
En los años 60´s, la frontera mexicana, y en especial la ciudad de Tijuana, era famosa, porque aquí era facilísimo contraer matrimonio o divorciarse. En un simple escritorio público, y por unos cuantos dólares, dos personas podían contraer matrimonio, en unos minutos, o bien, disolver el matrimonio, o sea divorciarse, en un abrir y cerrar de ojos.

Era escandaloso lo que ocurría. Los extranjeros venían aquí, porque además de barato, evadían los engorrosos trámites de sus lugares de origen o residencia. Dicen, que ahora, tales negocios están en todo su apogeo en lugares como Las vegas, por ejemplo.
Cabe recordar esto, porque esta semana, el diputado priísta, David Ruvalcaba Flores, presentó una iniciativa, para reformar y adicionar a diversos artículos del Código Civil y de Procedimientos Civiles, para generar los que podrían ser llamados o identificados como “divorcios express”.
La intención, es eliminar las diversas causales de divorcio, o sea la exigencia de acreditar determinados hechos o situaciones, previstas en el artículo 264 del Código Civil, para que sea procedente, el que un hombre, o mujer, pueda demandar a su pareja reclamando el divorcio o disolución del matrimonio.
Basa su propuesta, señalando que las causales de divorcio, tales como adulterio, el hecho de que la mujer, durante el matrimonio, dé a luz a un hijo concebido antes de celebrar dicho contrato, la propuesta del marido para prostituir a su mujer, y otras cosas similares, “engloban actos inmorales y consideraciones sumamente graves, que son fundadas en la comisión de algún delito”.
Para el legislador priísta, “esta legislación familiar conlleva a que los cónyuges sufran un proceso judicial complejo, económicamente costoso, deshonroso, lento y sobretodo ofensivo para la parte que es evidenciada con las causales que tienen como objeto el finalizar con el lazo matrimonial que les une”.
“Esto propicia –agrega- a poner en una complicada situación, a los padres con respecto a la relación de los hijos y a quienes en muchas ocasiones son sometidos a dar testimonio de las anomalías acontecidas dentro de un hogar”.
“Todas estas situaciones –recalca- solo tienden a la destrucción familiar, a la morbosidad, y obedecen a un conjunto de disposiciones anacrónicas y obsoletas que provocan el desgaste emocional que para las partes conlleva el someterse a este tortuoso trámite para lograr su cambio de estatus social”.
Argumenta, que “para que se pueda disolver el matrimonio, no es necesario llegar a tales extremos, ni se debe obligar a las partes a permanecer unidas en una relación que no cumple con sus expectativas, cuando por razones de mera voluntad personal de los cónyuges, ya sean estos económicos, sociales, sentimentales e inclusive culturales, debe satisfacerse la oportunidad de ejercitar la acción de disolución del mismo”.
Tal vez tenga razón el legislador, en cuanto a lo incómodo, bochornoso y quizás difamante que resulta un juicio de divorcio en las condiciones actuales, pero no toma en cuenta, que si las cosas se plantean de manera frívola, facilitando tanto el matrimonio, como el divorcio, ante la falta de valores sociales, se elevará considerablemente el problema de la desintegración familiar. Ya de por sí, sumamente grave.
Los jovencitos, se casan en un abrir y cerrar de ojos, imaginando situaciones de ensueño, sin estar preparados o capacitados para ello. Apenas se dan cuenta del tamaño y complejidad de las responsabilidades asumidas, se percatan de la incapacidad moral e intelectual, además de económica para enfrentarlas, y alguno o ambos, quisieran salir corriendo en sentidos diversos.
Las dificultades que plantea la legislación civil, para lograr la disolución de un matrimonio, ha obligado a muchas parejas a seguir teniendo vida conyugal. Hace algunos años, se agregó a las causales de divorcio, la mera condición de la separación de una pareja, por un lapso de dos años, sin invocar o acreditar condiciones o hechos que pudiesen ser considerados como bochornosos y difamantes.
Es más, cabe observar que, ante las restricciones legales para disolver un matrimonio, muchas personas simplemente abandonan a su pareja y en la mayoría de los casos se trasladan a otras partes del país, donde reinician sus vidas sociales. Por ello, la causal más utilizada, en los procedimientos de divorcio, es la relativa al abandono del hogar por más de seis meses.
El tema del divorcio, es sumamente serio. Antes que legislar para facilitarlo, se requiere hacer un estudio detallado, para identificar la problemática que lleva a una pareja a optar por la disolución conyugal, y dejar el divorcio como una opción última, cuando ya se agotaron las posibilidades de reconciliación y mejoramiento de la relación familiar.
Parece excelente hacerlo más simple. Si se sigue con esa tendencia, seguramente se regresará a los usos y costumbres de los años 60´s, y vuelvan a tener auge las “casas de matrimonios y divorcios”, que se conviertan en un atractivo turístico, propiciando la desintegración familiar, que ya es más que alarmante.
Si se sigue con esa tendencia, podría optarse por llegar a desaparecer, tanto la figura del matrimonio, como la del divorcio. Total, si disolver la unión conyugal, resulta cara, engorrosa e incómoda, podría pensarse que la unión libre es la fórmula ideal para toda sociedad.
El tema resulta controversial, quizás polémico, pero es preferible dedicar tiempo y recursos para su discusión, antes de tomar decisiones que puedan resultar contraproducentes y que posteriormente muchos lamentarían.
La cuestión es que los legisladores, hacen las cosas más por mera pose, que por intención de mejorar las condiciones de vida social. Es más, simplemente levantan su manita.
gil_lavenants@hotmail.com

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