miércoles, 15 de enero de 2014

Palco de Prensa: El desorden general

Por Gilberto Lavenant
Cuando se recuerda el slogan de la administración municipal del XX Ayuntamiento de Tijuana, encabezada por el empresario metido a político, Carlos Bustamante Anchondo, esa de que “Una ciudad con orden”, y se conoce las condiciones caóticas en que dejó casi todas las áreas del gobierno municipal, la verdad, no se puede evitar la risa burlona, pues lo suyo, lo suyo, fue el desorden general.


Y esto no es ninguna exageración, ni especulaciones, ni falsas conjeturas. La Sindicatura Municipal, a cargo de Arturo Ledezma, está trabajando horas extras, para precisar, con toda claridad, las cochinadas que encontraron los funcionarios del XXI Ayuntamiento, al inicio de sus gestiones. De un momento a otro habrán de empezar a presentar denuncias formales ante la Procuraduría General de Justicia, respecto a aquellos hechos que pueden ser encuadrados en alguna figura delictiva.

De proporciones mayúsculas, es el “marranero” que descubrió el XXI Ayuntamiento, en especial en el área del transporte público. Mínimo, se han registrado unos 50 casos de malos manejos con permisos o concesiones de transporte público. Y todos los días llegan más personas a reclamar que los números económicos de sus vehículos de transporte público, están siendo utilizados por terceros.

Con descaro, falsificaban permisos o concesiones. Falsificaban lo mismo que firmas de los funcionarios competentes para otorgarlos, como de los propietarios originales. En la llamada Dirección de Vialidades y Transporte Público, se encontraron una lista de cuotas o cobros por disimulos, “mordidas” o “gratificaciones”.

Como ratas, cuando ven que el barco está a punto de hundirse, salieron de la dependencia municipal, al concluir la gestión administrativa del XX Ayuntamiento. Inspectores, abogados, empleados de base. A muchos de ellos, sin duda alguna, se les fincarán responsabilidades. Los nombres, se conocerán en el momento oportuno, en cada caso.

Pasó, lo que se dice comúnmente, que en arca abierta, hasta el más justo peca. En el ámbito del transporte público, se daban actos hartos cochinos. Desde clonar vehículos, o sea, con un solo permiso, operaban varios a la vez. Falsificar permisos o concesiones. Otorgar permisos temporales, en base a lo cual tramitaban amparos administrativos, que en muchos casos son “balines”, pero apantallan a los incautos o justifican la tolerancia. Hubo de todo, y para todos.

Sin exagerar, conste, sin exagerar, fue algo así como un hormiguero, o un mosquero, en un panal de miel. Se atragantaban. Modestos funcionarios o simples empleados, salieron con niveles de licenciatura, maestría o doctorado, en sistemas corruptos.

Para tener una idea de lo que esto representa, cabe observar que en Tijuana operan unas 12 empresas de transporte público masivo, con aproximadamente unos 3 mil 600 autobuses, desplazándose o cubriendo más de 100 rutas concesionadas.

Si ese tipo de transporte, es un paquete enorme, mucho más lo es el de taxis. Hay de tres tipos, con itinerario fijo, sin itinerario fijo y los llamados taxis libres. Más de 7,500 de vehículos, autorizados, más una cantidad indeterminada de los clonados o con documentos ilegales. Todos, controlados o adheridos a casi 100 organizaciones diversas. La mayoría, afiliados o adheridos a determinado partido político.

Podría decirse, que el transporte público, en Tijuana, es como un enorme monstruo. O algo así como un “frankestein”, que debido a las múltiples irregularidades con que opera, aunado a la corrupción que existía y se desarrolló abiertamente en la dependencia encargada de su control, en las últimas administraciones municipales. Ni por dónde empezar.

Este es uno de los temas que más preocupan al alcalde Jorge Astiazarán Orcí. Tenía una remota idea de lo que se trataba, pero ha quedado sorprendido de lo que cada día se conoce al respecto.

Y su antecesor, el empresario metido a la política, Carlos Bustamante Anchondo, el que navegó 3 años presumiendo que el objetivo principal de su administración, era el orden, tiene la osadía de jurar que no hizo nada malo. Como tarareando la canción de Pedrito Infante : “Si te vienen a contar, cositas malas de mí, te juro que yo no fui, no, no, no, yo no fui”.

El pasado lunes fue sorprendido por periodistas, cuando estaba a punto de entrar al elevador del hotel de su propiedad, para subir a su oficina, luego de participar en un festejo de cumpleaños de Rufo Ibarra Batista, quien fuese su Secretario de Finanzas.

Con cinismo, dijo que no le preocupa la revisión de la cuenta pública de su administración, correspondiente al último año de su gestión, pues entregó resultados y cuentas claras. Bueno, puede ocurrir, que al final de cuentas las cochinadas del XX Ayuntamiento, queden en simples “leyendas urbanas”. Así suele ocurrir.

En nota relativa a dicha entrevista, publicada en la parte superior izquierda de la Página 7ª de la edición del periódico El Mexicano, se anota que dijo : “Ahí está todo muy claro, hay auditorías internas, externas. Mucha gente de la prensa dicen cosas que no son ciertas, pero ahí están los números, son claros”.

Incluso, según la nota, dijo que está muy confiado en el trabajo que se hizo de entrega- recepción, dizque pese a que se han difundido cifras equivocadas. Nada más faltaría que salgan con que las cochinadas se hicieron sin su consentimiento, y que, como el marido ofendido, es el último en enterarse. Bueno, al menos lo que se ha detectado en el área de transporte público, no es cosa de fantasmas. Ahí están las constancias y las partes ofendidas. Aunque el desorden es general.

gil_lavenants@hotmail.com

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