miércoles, 24 de julio de 2013

Rosarito Blues: Heber Alan, sigues aquí

Por Gerardo Díaz
Tu corazón de niño Heber, dejo de latir sin más esa mañana triste y gris, para recordarnos cuan breve es nuestro paso por esta vida, muchas veces absurda, sin lógica y sin sentido, si es que no nos aferramos a alguna fe o creencia superior que nos ayude a elevar el espíritu, sublimar la amarga realidad. Tenías solo 17 años de existencia.
Que trance tan duro, que trago tan amargo. El Salmo responsorio en la Misa que te ofició el Padre Raymundo Figueroa, es el de una iglesia en reconstrucción que se yergue majestuosa en la ciudad, nos repite que la resaca de nuestras vidas busca siempre florecer como tú lo hiciste Heber. “De ti Señor mi Dios estoy sediento”, ligada siempre a la pregunta del hombre limitado que duda y titubea: “Porque te me turbas y agitas alma mía?” según San Juan Evangelista quien nos consuela con la promesa de la unidad, muerte y resurrección. La idea del retorno al origen, que, de, El venimos y, hacia, El vamos. En tanto asimilamos nuestro paso por la vida, Dios solo nos presta a nuestros seres queridos. No valen aquí las despedidas y si la aceptación resignada, que ese Dios tiene un secreto plan para cada uno de nosotros. Que la vida sigue y no se acaba, solo se transforma. Tu Corazón de Hombre Heber Alan, dejo de latir esa triste y gris mañana, para anunciarnos que te mudas y te vas con Dios, recordarnos que somos parte de una Iglesia Peregrina, Preparatoria y Doliente. “Señor danos la fuerza para seguir adelante”. Tu Corazón de Angel sigue Vivo en nosotros quienes te recordaremos siempre bien y entonces nos alegraremos por nuestro joven aliado en la corte y la asamblea del cielo. Por eso pedimos alivio en nuestras plegarias: “Cura Señor pronto nuestras heridas, dolor y tristeza”. Pasada la tribulación viene el silencio reflexivo. Ese gallo junto a la iglesia curiosamente dejo de escandalizar una vez concluida la misa, como reclamando que, ningún padre debería de enterrar a su hijo, por ello aquí retomamos una oración del Pedro Paramo: “Que la Luz de Cristo, Gloriosamente Resucitado, disipe las tinieblas del corazón y de la mente”. Así sea. Animo Patty, Jazziel y Javi, estamos con ustedes!

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