jueves, 23 de mayo de 2013

Tertulia Política: Pluralidad extraviada


Por Pedro Martínez Serrano
Salvado contadísimas excepciones, los principales medios de comunicación, cargaron sus dados a favor de candidatos y signos partidistas. Obvio, colocan a sus favoritos en posición de privilegio en la portada o, en interiores, en páginas impares. La intención de favorecerlos es burda y exhibe a las casas editoriales como vulgares quema incienso y/o porras desafinadas que en nada ayudan a la causa del conocimiento real de los candidatos a la gubernatura, alcaldías y diputaciones locales.


Lo anterior viene a tema, por dos razones claras, los tramposos debates a que ha convocado el periódico Frontera, cuyos directivos se constituyen como juez y parte y, en consecuencia, patean los principios en los que se debe soportar la publicación de un medio de comunicación, a saber: pluralidad, objetividad y veracidad, principios absolutamente extraviados, en el juego de intereses tramposos y convenencieros de directivos pedigüeños y centaveros que no hacen más que buscar lo suyo.

En el periódico de la familia Healy en Tijuana desconocen el ideario que le dio prestigio a la industria periodística forjada por el mayor de la dinastía, José Santiago Healy Brenan quien, para ganar el favor de los lectores, imprimió una línea de  versatilidad, rectitud y objetividad periodística. Su ideario quedó plasmado en este pensamiento: Hacer del periódico instrumento de odios, de rencores, de pasiones o de intereses personales, es negarle su influencia de beneficio social.

Hoy como ayer; en las elecciones que se viven en Baja California, como en jornadas anteriores, los directivos de la empresa han servido de tapete, de escupidera de los abanderados panistas, a quienes no ven como candidatos, sino como patrones con los que deben de quedar bien. Por eso, la imagen del periodista que repta, se arrastra y lame las suelas, es ya una imagen muy vista.

Un ejemplo de lo que no se debe hacer, lo exhibieron luego del debate entre el pederasta, socio de lenones y golpeador de mujeres, el panista Alejandro Monraz Sustaita; el priísta Jorge Astiazarán Orci y el candidato del Movimiento Ciudadano, Ricardo González Cruz.

Los representantes de Compromiso por California, Jorge Astiazarán Orcí y de Unidos por Baja California, Alejandro Monraz Sustaita, empataron en la evaluación que editorialistas y consejeros de FRONTERA y representantes de diversos sectores, realizaron de su desempeño en el debate entre los aspirantes a la Alcaldía que protagonizaron este martes.

El representante de Movimiento Ciudadano quedó en tercer lugar en la evaluación de su desempeño al ser considerado como quien menos propuestas presentó durante este ejercicio democrático.

No sé quien haya ganado, no seguí ese debate, lo que si estoy convencido es que es la gente, la de a pie, los trabajadores de verdad (no los sindicalizados en agrupaciones corruptas y explotadoras, como las cetemistas que encabezan los ladrones, corruptos y traicioneros cetemistas Eligio Valencia Roque y su yerno, el vividor y proxeneta, tanto como imbécil y traicionero, Francisco Javier Hernández Vera), los profesionistas, los académicos, catedráticos y el resto de los sectores de la sociedad, quienes deben calificar el resultado y, partiendo de ahí, decidir su voto el próximo 7 de julio.

Imponer calificaciones por parte de la empresa que convocó al debate, le resta seriedad a su trabajo, lo echa al excusado y, de paso, invita a su cuerpo de consejeros, editorialistas y consejo de sabios, pues, a revolcarse en el pestilente estercolero en que han convertido el circo de los debate en la sede del periódico Frontera.

A su vez, en EL MEXICANO, cuyas entrañas conozco a la perfección, como las debilidades y adicciones de sus desprestigiados directivos, Eligio Valencia, padre e hijo, el contenido de sus páginas es disputado por ambos, el primero, el vetusto representante cetemista en el Estado, que no líder, porque no le hace caso ni su familia, busca servir, aunque sólo estorba, hace daño a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional, en contra de cuyo partido político ha despotricado cuando no se le han cumplido sus caprichos.

El segundo de los Valencia (el tercero, también Eligio y también hijo del franquiciatario de la CTM, aún no decide en la irrisoria línea editorial del pasquín en que se ha coinvertido El Mexicano). Eligio Valencia Alonso es un muchacho inepto, desflemado, ignorante, corrupto y adicto, que se deja pilotear por el fanfarrón pañales de seda y despojador de grandes extensiones de tierra en Tijuana, el cuestionado panista Antonio Valladolid Rodríguez, el mismo que fue diputado federal y saqueador delegado del Instituto Nacional de Migración.

Y, mientras Frontera se convierte en juez y parte al convocar a tramposos debates, las páginas de El Mexicano son retacadas de basura y boletines, claro, sin faltar a diario la fotografía del dueño, Eligio Valencia Roque (con sus ojos vidriosos, que acusan la desvelada y el daño de la pestilente resaca, consecuencia del consumo desmedido de alcohol) con alguno de los actores políticos del proceso electoral en marcha.

Como si el pasquín tuviera alguna influencia social o la central sindical Cetemista alguna fuerza, alguna representación seria, el señor Valencia, el desquiciado lujurioso que se adueñó de El Mexicano, se empeña en atentar contra las campañas de sus correligionarios, a quienes les acerca descontento social, luego de obligarlos a visitar la oficina de la dirección del pasquín que se le muere en las manos.

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