lunes, 27 de febrero de 2012

Palco de Prensa: Las incomodidades

Por Gilberto Lavenant
La salvaje agresión en contra del periodista mexicalense Antonio Heras Sánchez, es una muestra de que en Baja California aún hay individuos de la época de la barbarie, cuando la fuerza bruta era la ley máxima, la que regulaba las relaciones entre los individuos.




Los bárbaros no entendían otro lenguaje más que el de la fuerza bruta. Los golpes, la agresión directa, el sometimiento salvaje. Esta condición persistió hasta no hace mucho en México. Hasta la época de los 60´s, los políticos mexicanos acostumbraban acallar a sus críticos con balas o golpes. Era la época de los caciques. Las costumbres rancheras.



Parecía que ya habían quedado en el pasado esas viejas costumbres. Desleznables, reprobables, reprochables, condenables. Callar a golpes a los críticos, es lo peor que puede hacerse. Quienes aún recurren a esos métodos salvajes, merecen ser quemados en leña verde.



Cuentan que el periodista agredido, acababa de salir de una conferencia de prensa del exgobernador Eugenio Elorduy Walther, en la que el político pretendió desmentir las acusaciones lanzadas en su contra por supuestos nexos con el crímen organizado o enriquecimiento inexplicable. Las acusaciones provenían de integrantes del Partido Revolucionario Institucional y fueron lanzadas como aguijones en forma de exhorto desde la XX Legislatura Estatal dirigida a la PGR.



Fue una rara coincidencia que la agresión haya ocurrido momentos después de dicho evento. Para algunos pareció un mero incidente de tránsito. Lo cierto es que los “gorilas” tenían un propósito deliberado, concreto, específico. Obedecían o cumplían una consigna. Se trataba de intimidar al periodista. Inducirlo a dejar de abordar temas que resultaban incómodos para los patrones o clientes de los agresores.



No se trata pues, de una equivocación. La agresión al periodista, fue un atentado contra la libertad de expresión. Algo que no se puede, ni se debe tolerar. Algo que merece ser investigado, hasta dar con los agresores y con los autores intelectuales. Con la voz del amo que dió la orden para agredir. De quien pagó a los agresores para hacer uso de la fuerza bruta.



El periodista ya presentó la denuncia correspondiente ante la Agencia del Ministerio Público. Lamentablemente, las instituciones de procuración de justicia, en México, operan bajo criterios estrictamente políticos, más que jurídicos. Si una denuncia involucra a determinado personaje político, se recibe, pero no se atiende.



Resulta absurdo y un tanto ingenuo, pensar en que la Procuraduría de Justicia del Estado, que depende directamente del Gobernador del Estado, procederá a investigar tales hechos, si en las principales líneas de investigación aparece como principal sospechoso el exgobernador Elorduy Walther. PAN, no come PAN.

Lo mismo puede decirse en cuanto a la denuncia a nivel federal. Resulta vano albergar la esperanza de que sea atendida la denuncia en contra de Ruffo o Elorduy. Mucho menos en pleno proceso electoral. Pero en fin, eso ya es cuestión de las partes interesadas.



Por lo que respecta a la denuncia de Heras, los periodistas de Baja California estarán vigilante de la atención que se le de a la misma. Se exigirá se actúe, que por ningún motivo se le de el clásico “carpetazo”.



Los periodistas, en el ejercicio de su profesión, simple y sencillamente refieren lo que acontece. Hacen mención de las denuncias, reproducen las acusaciones, hacen hincapié en las circunstancias de modo tiempo y lugar en que supuestamente ocurrieron los hechos en los que se les involucra. Corresponde a los acusados demostrar inocencias.



Si con su trabajo periodístico, los periodistas generan incomodidades, pues es problema de los políticos de piel sensible. Aquellos que no les gusta que les digan sus verdades. Aquellos que quisieran que pasaran desapercibidos sus excesos, sus ligerezas.



El remedio para acabar con las incomodidades, no es el de callar a golpes a los periodistas. Más bien, el que a una sola voz, se sumen el mayor número de periodistas para condenar este tipo de agresiones y el publicitar las posibles causas de las incomodidades mismas.



Los periodistas deben declararse en estado de alerta y denunciar oportunamente cualquier tipo de agresión. Tratar de documentar los atentados y exigir sean atendidos, hasta sus últimas consecuencias.



Antonio Heras Sánchez, debe saber que no está solo. Que la agresión a su persona, fue un agravio para todos y cada uno de los periodistas de Baja California. Que el periodismo entero es uno solo.



Debe saber que estaremos pendientes de observar el tratamiento que se dará a la denuncia de hechos presentada de su parte. Que estaremos pendientes de que nos de a conocer cualesquier incidencia que se de en torno a este penoso asunto.



Que por ningún motivo se de cualesquier otro caso de agresión a periodistas. Los periodistas debemos exigirlo y las autoridades están obligadas a garantizar que ello no ocurra.



Estamos en espera de que surja la voz del Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, lamentando los hechos y condenándolos. Advirtiendo que no tolerará ninguna arbitrariedad similar. Que instruye a sus colaboradores que investiguen y den con los responsables, tanto materiales como intelectuales, para que sean castigados como corresponda.



Curiosamente, los aludidos e interesados, optan por guardar silencio. No abren la boca, pues corren el riesgo de morderse la lengua. El silencio los delata. Las incomodidades son más que evidentes.



gil_lavenants@hotmail.com

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