jueves, 16 de junio de 2011

¿Y las procuradurías, apá?

Por Carlos Marín
Ayer, Jorge Hank se la pasó bomba en el mejor palco de su estadio Caliente para ver el partido entre la Sub 22 y el Independiente de Medellín.

Con porras y gritos de “¡sí se pudo!”, al mal afamado empresario se le vio tan campante como siempre, seguro de que las procuradurías General de la República y de Justicia de Baja California le harán otra vez los mandados con sus inconformidades por los autos de libertad que le otorgaron una juez federal y otro local.
El pastelazo en que terminó su captura inicial y excarcelación, seguido por el sorpresivo, fugaz y desautorizado “arraigo” (que precedió a la súbita puesta en libertad), ha dejado en entredicho el papel que representó una unidad del Ejército en la comedia Flagrancia, pero desatado también una bochornosa confrontación entre los poderes Ejecutivo y Judicial.
Para demostrar las insidiosas versiones de que los jueces cedieron a “presiones” de “medios” o “autoridades” que nadie precisa, las procuradurías están obligadas a detallar las desechadas “averiguaciones previas” que tan mal, por lo visto, realizaron.

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