miércoles, 15 de junio de 2011

El hankazo fue a dar contra el Ejército

Por Carlos Marín
Si lo que vuela, grazna y sabe a pato suele ser pato, el caso Jorge Hank, desde que volaron los primeros detalles, pareció una burda marranada.

A la detención “en flagrancia” siguió el traslado al DF pese al amparo en contra; la “gravedad” del delito empezó a desinflarse con el regreso a su terruño en una cárcel de mediana seguridad; los detenidos iniciales negaron haberlo “señalado”; los videos probaron que los militares no perseguían a nadie, sino que sacaron por la fuerza a dos vigilantes, y que allanaron el domicilio donde el ex alcalde estaba, sí, flagrantemente dormido y en calzones.
Para la juez federal (30 años de intachable carrera) no había nada que perseguir y lo liberó.
Sin embargo, el gobierno local, tan panista como el federal, pretendió arraigarlo para ver qué diablos le encontraba y esparció la perversidad de que Hank, quizá, había “mandado matar” a la ex novia de uno de sus hijos.
Otro juez, éste local de Baja California, negó el arraigo y tan tan.
¡Qué bárbaros: el golpe a Hank acabó pegándole al Ejército…!

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