sábado, 30 de abril de 2011

Iglesia chilena da vuelco...

Por Teresa Gurza
Un cambio total ha dado estos días la jerarquía chilena de la iglesia católica, al anunciar que investigará toda denuncia de abuso sexual por parte de sacerdotes, sin que importe el tiempo transcurrido; y advertir que nada exime a un clérigo pedófilo de responder de sus actos ante la justicia civil.

Lo anterior se da en momentos en que Iglesia y religiosos tienen muy baja 
credulidad; se habla incluso de sacerdotes, que al ser reconocidos en la calle 
por el alza cuello que visten son insultados.
 
Los cambios están enmarcados dentro del escándalo causado por  el influyente 
sacerdote Fernando Karadima expárroco de la Iglesia del Sagrado Corazón, ubicada 
en uno de los sectores más acomodados de Santiago; y quien tras las denuncias de 
cuatro de sus víctimas, fue condenado a retiro por el Vaticano “por abusos de 
poder y sexuales contra menores y jóvenes”.
 
Este y otros asuntos de análisis y discusión, llevaron a la conferencia del 
episcopado chileno a reunirse a mediados de este abril; reunión de la que salió 
un documento de 20 páginas llamado Protocolo 2011, que establece la creación de 
un Consejo Nacional para la Prevención de abusos contra menores y otorga un 
plazo máximo de 30 días para la investigación previa.  
 
Enfatiza así mismo, que la pertenencia a la Iglesia no exime a clérigos o 
religiosos de responder por sus actos ante la justicia civil; y advierte que son 
constitutivos de delito el encubrimiento y la obstrucción a la justicia.
 
El Consejo integrado esta semana por un obispo, cuatro sacerdotes y tres laicos, 
pronto tendrá que probar si funciona, porque casualmente horas después de su 
conformación, recibió dos nuevas denuncias de abusos sacerdotales contra 
menores.
 
Y sus recomendaciones van desde cámaras de vigilancia interna en los colegios 
católicos operados por religiosos, cese de entrevistas personales individuales 
de sacerdotes con alumnos, a capacitación de agentes pastorales para actuar ante 
el menor signo que sugiera un abuso y otras medidas de prevención y de creación 
de ambientes sanos y seguros para los menores. 
 
 
Como para empezar a actuar, la Conferencia Episcopal chilena pidió público 
perdón por los abusos cometidos por sacerdotes contra niños y jóvenes; y por el 
trato despectivo que varios obispos dieron a las víctimas denunciantes del padre 
Karadima. 
 
 
“Pedimos perdón por nuestra propia basura” dijo Ricardo Ezzati, nuevo arzobispo 
de Santiago que sustituyó al cardenal Francisco Javier Errázuriz, que por edad 
se acogió al retiro.
 
Errázuriz fue el primero en recibir las denuncias de los abusados por Karadima; 
pero las rompió porque no le parecieron “creíbles”; y durante años se hizo el 
desentendido para no mandar el expediente a Roma; lo que finalmente hizo hace 
dos años, después de que los afectados dieron testimonio televisivo. 
 
 
Pidieron también perdón, los cuatro obispos “formados” por Karadima; algunos de 
quienes habían advertido a los denunciantes que cesaran en sus actos porque la 
Iglesia tenía muy buenos abogados y podrían salir perjudicados.  
 
 
Pero las víctimas no se rindieron y calificaron documento y petición de perdón, 
como “tardíos y una minúscula reparación al daño que se nos ha hecho”.
 
Los cambios eclesiales en la iglesia chilena, de por sí conservadora y muy 
influyente en política, muestran que quiere deshacerse de la imagen de 
complicidad que sufren varios de sus más altos miembros.
 
Y para lograrlo entre otras cosas anuncia, que hará una lista de sacerdotes 
peligrosos o de seminaristas que abandonaron sus estudios a fin de analizar las 
causas y evitar que sean admitidos en algún otro seminario; y estudia la 
posibilidad de publicar fotos de los abusadores cómo ya se hace en algunos 
países europeos.
 
Sin embargo, quedan resabios de las conductas anteriores; que se pusieron de 
manifiesto cuando desde el arzobispado de Santiago se filtraron a la prensa 
datos y nombres de nuevos demandantes contra Karadima.
 
Lo que en opinión de algunos analistas fue sólo una maniobra del arzobispado; ya 
que la publicación en la prensa de sus nombres, inhibiría a otros violados a 
unirse a las denuncias por temor a verse abiertamente involucrados.
 
En el destape de este y otros temas relacionados con la Iglesía Católica, fue 
relevante la actitud de los medios; principalmente del canal TVN que detonó los 
cambios cuando dio espacio a cuatro de los abusados por Karadima, en un programa 
especial.

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