lunes, 28 de febrero de 2011

COLUMNA: Palco de Prensa

* La rifa del tigre
Por Gilberto Lavenánt
Al empresario Carlos Bustamante Anchondo, le pasó lo que al “malasuerte” de la rifa del tigre. Aquel tipo que era sumamente conocido, porque tenia tan mala suerte, que nunca sacaba ni un premio, en cuanta rifa participara, pero tal era su mala suerte, que cuando participó en la rifa del tigre, a sabiendas de que no ganaría el premio, pues ocurre que se lo saca.
Guardadas las proporciones, a don Carlos le pasó algo similar. Tantos años de su vida se la pasó participando en política, sin que nunca haya obtenido ningún premio y cuando participa, a sabiendas de que había muy pocas posibilidades de ganar, pues que gana.



Logró cumplir el sueño de su vida, pero hasta ahora entendió el chiste que seguramente esuchó tantas veces, el de la rifa del tigre.



Ahora no sabe, si reir o llorar, pues durante tres años le tocará cuidar el “tigre”, sin poder cerrar los ojos, porque corre el riesgo de que se lo “trague”.



Para su mala suerte, tarde se percató que quien cuidaba al “tigre”, de nombre Jorge Ramos Hernández, nunca lo alimentó y el “tigre” está sumamente hambriento, por lo que es mayor su peligrosidad. De paso, apenas a unos días de haber iniciado este “peligroso encargo”, el público ya empezó a abuchearle, ya le acusa de haber provocado la ira de la “fiera”.



Como dicen por ahí, sin haber ido a la feria, en la que hubo tanto jolgorio y despilfarro, ahora le tocará a don Carlos, pagar los platos rotos. Los platos que otros rompieron.



Eso, en síntesis, es lo que ha pasado con las deudas que enfrenta el XX Ayuntamiento de Tijuana, heredadas de administraciones pasadas y que ahora tienen “aplopéjico” al gobierno municipal, sin capacidad de maniobrar, por falta de recursos económicos.



Los ingresos municipales, apenas si le alcanzan para cubrir el gasto corriente y el Ayuntamiento a cargo de don Carlos, difícilmente reúne el monto de los abonos a capital e intereses de las deudas. Eso no le ha permitido atender, ni siquiera los asuntos más elementales, de una ciudad en completo abandono. Tijuana parece zona de desastre.



Luego de darle muchas vueltas al asunto, alguien por ahí le observó a don Carlos que había una opción, consistente en renegociar las deudas, buscar quien acepte comprarlas, con la posibilidad de que, debido al monto de la mismas, ya sumadas, pueda pactar menores tasas de interés que las que está obligado a pagar, actualmente. Claro, bajo la advertencia de que la negociación no la hace cualquiera, sino personas conocedoras de estas cuestiones, con relaciones en los medios financieros y que cobran por ello. Ni modo que sea gratis.



Don Carlos, ya logró librar las primeras dos trabas, que son la aprobación de Cabildo para hacer el intento, y el visto bueno de la XX Legislatura Estatal. Ahora solo falta que el negociador logre concretar lo que hasta ahora solo es un proyecto, pues de lograrlo, cambiará un tanto su mala suerte. Podrá “alimentar al tigre” durante los próximos tres años y entonces, quizás no se lo “trague”.



Tal vez por los apuros que está pasando, o porque no es su estilo de hacer las cosas, don Carlos no ha tenido la habilidad de deslindar responsabilidades y explicar con claridad, que su antecesor no era tan buen administrador como presumía, pues no solamente hipotecó por 30 años al gobierno local, sino que, con evidente dolo y mala fé, pactó que no se le obligara, a él, a pagar ni un centavo de la deuda, sino que la heredó completita a su sucesor.



Se recuerda que durante el proceso de transcisión, el jovenzuelo hipócrita, con todo cinismo aseguró que no dejaría sorpresas a Bustamante Anchondo, cuando que le dejó hartas, y en especial, la de que en enero de este año, le tocaría empezar a pagar los abonos a la deuda. Esto, sin contar que no liquidó a sus empleados de confianza y concesionó a 30 años, cuanto le fue posible y en condiciones tan “generosas” que se sospecha que se las concesionó a sí mismo. Hay muchas “leyendas urbanas” en ese sentido.



Pero don Carlos, y sus colaboradores, no han podido, o no se han atrevido, a deslindar responsabilidades. Pareciera que están más preocupados, y ocupados, en arreglar los daños ocasionados por Ramos Hernández, para librarlo de culpas, que en señalarlo como responsable. Y eso se llama encumbrimiento, por si no lo sabían.



Si ya ahorita, a solo unos días de asumir el puesto de Alcalde, a don Carlos lo acusan de estar endeudando al gobierno municipal, incluso los propios panistas, cuando que lo que está haciendo, es para enfrentar en mejores condiciones los adeudos heredados. A medida que transcurra el tiempo, si sigue actuando como hasta ahora, tendrá que asumir como propias, las culpas ajenas. Como si fuese poco, estar cuidando al “tigre” de la rifa.



Total, a lo largo de tres años, si don Carlos tiene la suerte de que el “tigre” no se lo “trague”, el público podría pasar, de los abucheos, al lanzamiento de proyectiles diversos y tomatazos.



Moraleja : Nunca participen en rifas de tigres. Menos aún, si saben que son “malasuerte”.





gil_lavenant@hotmail.com

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