jueves, 26 de agosto de 2010

Popotla: nueva ruta migrante por el mar

Por Elliot Spagat
SAN DIEGO (AP).-
La lancha estaba a unos cinco kilómetros (tres millas) de la costa cuando un agente del servicio de inmigración apagó el motor, en la esperanza de hallar indicios de que había indocumentados tratando de ingresar ilegalmente a Estados Unidos en las inmediaciones.
En medio del silencio y la oscuridad de la noche, intentaban detectar emisiones de sulfuro o el zumbido de un motor.

"Es como hallar una aguja en un pajar. El pajar es el océano Pacífico", expresó el agente Tim Feige minutos antes de que asomase el sol y marcase el fin de la búsqueda.

Esta es una nueva ruta que usan los indocumentados para ingresar ilegalmente a Estados Unidos: un tramo de poco más de 1.000 kilómetros cuadrados (400 millas cuadradas) de océano que va desde Tijuana, México, hasta casi Los Angeles.

Cada vez más personas ensayan rutas marítimas a medida que las autoridades refuerzan las medidas de seguridad en tierra firme y la captura de indocumentados en el mar ha ido en constante aumento en los últimos tres años.

Si bien las detenciones de indocumentados en alta mar son un porcentaje mínimo de los arrestos de extranjeros sin papeles, las autoridades dicen que la vía marítima es cada vez más popular, ya que en tierra firme se han duplicado los agentes que custodian la frontera desde el 2003, hasta llegar a los 20.000, y el presidente Barack Obama ha despachado también efectivos de la Guardia Nacional.

"Las opciones que tiene uno son ingresar por el este, a través de montañas y desiertos, por el océano o por algún túnel subterráneo", expresó Michael Carney, agente de la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, según sus siglas en inglés) en San Diego. "Creo que llegaron a la conclusión de que lo mejor para ellos es intentarlo por el oeste, por el océano".

Las autoridades detuvieron a 753 presuntos indocumentados que trataban de ingresar al país en las costas del sur de California y en el mar entre octubre y agosto, comparado con los 400 del año previo y los 230 de los 12 meses anteriores.

Los coyotes marinos usan viejas embarcaciones de madera, de un solo motor, conocidas como "pangas", no muy anchas y de unos ocho metros (25 pies) de largo. Si se encuentran en aguas territoriales estadounidenses, casi infaliblemente están contrabandeando personas o drogas.

Las autoridades estadounidenses incrementaron la cantidad de patrullas marinas cerca de la frontera, por lo que las pangas deben alejarse más de la costa y dejar su carga más al norte.

En mayo se encontró una panga con 24 personas a bordo unos 70 kilómetros (43 millas) mar adentro, frente a San Diego. Y en noviembre se halló una embarcación abandonada a la altura de Laguna Beach, 137 kilómetros (85 millas) al norte de México.

Desde noviembre han llegado seis embarcaciones a las inmediaciones de la base de la Armada de Camp Pendleton, 80 kilómetros (50 millas) al norte de la frontera. Dos fueron abandonadas. La base se encuentra a corta distancia de la carretera interestatal 5 y el personal de la base incrementó la vigilancia de la zona.

Las autoridades creen que los coyotes marinos dejan a los indocumentados en tierra y se regresan a México para no perder sus botes ni dejar evidencias. Pero si presienten que pueden ser pillados, abandonan de inmediato las embarcaciones.

La llegada de indocumentados por vía marítima no es nueva, pero las autoridades dicen que esa actividad cobró una nueva dimensión a partir del 2007, cuando comenzaron a aparecer pangas que viajaban de noche, sin luces, con hasta 25 personas a bordo, que llegan a pagar 5.000 dólares por cabeza, el doble de lo que se paga por un cruce por tierra. En una buena noche, uno de esos viajes puede generarle 100.000 a los coyotes, o al menos a quienes los emplean.

Se sabe de solo un caso en que indocumentados fallecieron durante la travesía marítima, cuando volcó una panga en enero cerca de San Diego y murieron dos personas. Dos meses antes fueron rescatados ocho individuos cuya embarcación había también volcado.

Las pangas zarpan generalmente desde un pequeño pueblo pesquero llamado Popotla, unos 23 kilómetros (15 millas) al sur de la frontera. Se encuentra entre los grandes hoteles y condominios de Playa de Rosarito, frecuentados por estadounidenses, y el estudio donde se filmó parte de "Titanic" en 1997.

Hay un pequeño barrio de emergencia, sin electricidad, calles asfaltadas, desaguaderos ni recolección de basura.

Está medio aislado, a unos 200 metros de la carretera y su playa es la única pública, desde donde pueden zarpar embarcaciones, en los 80 kilómetros (50 millas) más próximos a la frontera.

Popotla tiene unas dos docenas de restaurantes frecuentados por visitantes que van a la playa los fines de semana.

Un empleado de uno de esos restaurantes, Víctor Estrada, dice que recientemente vio a ocho personas que se dirigían de noche a la playa para abordar una panga. La mayoría de los residentes del pueblo, no obstante, afirman que no saben nada de los coyotes.

"Durante el día lo único que ves es los pescadores", declaró Carlos Verdugo, de 48 años, presidente de una de las once cooperativas de pescadores de Popotla y quien vive cerca de Tijuana. "Es posible que (los coyotes) vengan de noche.

José Eduardo Montero, director de seguridad pública de Playas de Rosarito, ofrece una visión muy diferente. "Este lugar está invadido de delincuentes, traficantes de drogas e indocumentados. Está todo mezclado con la pesca".

Una noche de enero, según Montero, fueron detectadas 23 personas que se aprestaban a iniciar un viaje hacia el norte, junto con dos coyotes, que fueron detenidos.

Las autoridades tienen poca información sobre los que manejan estas operaciones de contrabando de personas. Los coyotes que conducen las embarcaciones suministran poca información y tiran al agua sus GPS y sus radios si van a ser apresados.

Las pangas son embarcaciones bajas, que cuando están llenas de gente apenas si sobresalen de la línea de flotación, lo que hace que resulte difícil detectarlas con radares e incluso con binoculares de visión nocturna.

"Nos ganan con muy poca tecnología", dijo el agente del ICE Carney. "No digo que no puedan ser detectados, pero es difícil pillarlos".

White dijo que las patrullas eligen el sector a patrullar al azar y que el hecho de que las pangas se aventuren cada vez más al norte no implica que hay que descuidar la zona cercana a la frontera.

Hace poco fueron detenidos 23 supuestos indocumentados en una embarcación a ocho kilómetros (cinco millas) de La Jolla, cerca de San Diego.

El conductor de la panga dijo que alguien que conoce como Fausto le había pagado 600 dólares para que transportase a los indocumentados, según los documentos presentados ante los tribunales. Un pasajero que afirmó haber pagado 5.000 dólares por el viaje tiró al agua un aparato de GPS cuando se acercaban los agentes.

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