viernes, 2 de abril de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Las injusticias
Por Gilberto Lavenant

En una evidente venganza por haber sido “balconeado”, con la grabación relativa a la charla con dueño de bares de la Zona Norte, en la que revela actitudes irregulares en el proceso interno de selección de candidato panista a la Alcaldía de Tijuana, Gustavo Lemus Torres, Director de Inspección y Verificación Municipal, se lanzó en contra de los negocios de su supuesto interlocutor.

La acción fue espectacular y aparentemente justificada, pues aunque la prostitución no es legalmente permitida, si es formal y oficialmente tolerada, pero se trató, supuestamente, de verificar que las mujeres que se dedican al llamado oficio más viejo del mundo, tuviesen tarjeta sanitaria actualizada, que permite verficar que no son portadoras de enfermedades contagiosas.

Hasta ahí, todo estuvo más o menos bien. Aunque en principio se considera que todo tuvo su orígen en un berrinche del funcionario aludido y hoy considerado como “bocón” o indiscreto, protagonista principal de lo que ahora se conoce como “Lemusgate”, casi todos pasaron por alto el bochornoso y denigrante trato que le dieron a las mujeres detenidas.

La falta de tarjeta sanitaria, o la no vigencia de la misma, si bien es una cuestión de salud pública, es solo un asunto de carácter administrativo, no policiaco, ni penal.

Pero las mujeres de la vida galante, fueron tratadas peor que a los más peligrosos delincuentes. Desalojadas de los antros con el uso de la fuerza pública, cuando que lo más que ameritaban era que fuesen reitradas de los lugares, que se les impidese el acceso. Nada más.

Y eso de subirlas “en bola” a los pick up, habilitados como patrullas de policía, como si fuesen animales. Definitivamente de las peores injusticias que sea ven en la actualidad. De igual manera, son deplorables las escenas contenidas en las fotos relativas a su detención en las instalaciones policiacas. Todas tiradas de bruces en el piso, obviamente obligadas a ello.

Los funcionarios que hayan ordenado o realizado tales acciones, deberían ser destituidos y enviados a prisión por abuso de autoridad y por detención inconstitucional. Pero nadie dijo nada. Muchos incluso rieron burlonamente, pensando que era la respuesta para el dueño de bares que tuvo la osadía de “balconear” a Lemus. Poco se detuvieron a reflexionar sobre el trato inhumano que se dió a las mujeres.

Sólo que una cosa es la prostitución, actividad deplorable, yo otra muy distinta el lenocinio, o sea la explotación de estas mujeres que, por una razón u otra, se dedican a vender caricias, muchas de ellas cuando ni siquieran llegan a la mayoría de edad.

Los prostíbulos existen, porque se ha dado el contubernio entre los propietarios o regenteadores de estos, y las autoridades encargadas del orden y la seguridad pública local. Que no se hagan los sorprendidos. Las mujeres que ahí “laboran”, no llegaron de un momento a otro, en forma súbita y por bonches. Ahí están todos los días y son ampliamente conocidas por todos.

Como también son conocidas, y sobre todo solapadas, las condiciones en que se encuentran. Todo, sin que las autoridades de los tres niveles de gobierno, manifiesten intención alguna de auxiliarlas, de rescatarlas, de canalizarlas a condiciones sanas y seguras de vida, de inducirlas y capacitarlas para que realicen actividades honestas y positivas.

Contubernio este que no es gratuito. De ninguna manera. Es de todos conocido, o al menos de muchos, que los prostíbulos dela Zona Norte, proveen de enormes recursos los bolsillos de muchos funcionarios. Principalmente del nivel municipal. Dicho de otra forma, existen y operan, no por miopía pública, ni por torpeza de los funcionarios, sino por el alto grado de corrupción oficial que surge y se desarrolla todos los días en torno a la prostitución.

A quienes deberían cargar como bestias en los pick up habilitados como patrullas, son a los funcionarios involucrados, directa o indirectamente, en estos negocios sucios. No a las mujeres, que al final de cuentas son víctimas de las circunstancias y de todos los vivales que a costillas de ellas viven de todo esto.

Así es que a los funcionarios que intervinieron en tales hechos, en estas injusticias, que les dieron un trato inhumano a estas mujeres, deberían enviarlos a prisión. No merecen otra cosa.

Por cierto, ¿ Sabe alguien en dónde estaban los funcionarios de la Procuraduría de Derechos Humanos, cuando todo esto ocurrió ? Quizás ni se han enterado, lo cual también es sumamente lamentable.

Ah, esperen, un último punto sobre todo esto : ¿ Olvidaron que éstas mujeres también votan? Viven en Tijuana y el 4 de julio van a emitir su voto. ¿ O qué acaso, esto lo olvidaron los precandidatos, que también les dieron la espalda a estas mujeres ? Lo que seguramente nadie ha olvidado, es que la Zona Norte y sus prostíbulos, será una excelente fuente de financiamiento para sus campañas electorales. Ni lo duden.

Los esclavos, en la antigua Roma, eran simplemente cosas. Estas mujeres son ciudadanas, muchas de ellas madres de familia, con derechos electorales a salvo, pero sobre todo, seres humanos que merecen el respeto de todo mundo.

Lo peor de todo es que este tipo de injusticias se cometen a la vista de todo mundo, con lujo de cinismo, y todavía alardean de ello. Qué poca...calidad moral.

gil_lavenant@hotmail.com

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