jueves, 12 de marzo de 2009

PALENQUE: Mediocridad de consejeros electorales

Por Julio Pomar
Como “mega-chafez” de los consejeros del Instituto Federal Electoral, la calificó el siempre polémico Porfirio Muñoz Ledo, al referirse en un artículo al intento de aquellos de subirse el sueldo hasta los niveles insultantes que ya tienen los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Sobre todo porque ocurrió en momentos en que por la crisis económica cientos de miles de mexicanos se están quedando sin trabajo, lanzados a la deriva de la jungla laboral, o con salarios cuyo poder adquisitivo se ha depreciado hasta límites también insultantes, pero en este caso por lo extremadamente lesivos.

Aunque reaccionaron ante la andanada de críticas y rechazos y muy a su pesar dejaron en suspenso para otro momento su jugoso aumento salarial, la pretensión de los consejeros electorales queda grabada en la historia como el gesto de unos indecentes funcionarios que de ciudadanos sólo ostentan el nombre, ya que no la esencia. Su alegato de que estaban cumpliendo la Constitución que establece que ellos tendrán los mismos sueldos que los capitostes de la Suprema Corta, es sólo una “chafez”, es un intento legal “chafa”, entendiendo por “chafa” lo que es falso, deslucido, vergonzoso y cretino.

Y esto hace pensar a todo mundo cuál es la suerte que les depara a las elecciones intermedias venideras, de julio próximo, con “árbitros” tan inestables en su concepto de ciudadanía, cuando pretendieron separarse del nivel llano del pueblo o de la clase media en forma tan vulgar y abyecta con ese “golpe de timón” filibustero. Quisieron encumbrarse de golpe, al menos por los 6 o 10 años que se supone estarán en el IFE, al nivel de los potentados y cresos que sufre la sociedad mexicana. Si todos en el nivel del cuello blanco delinquen y hay impunidad para esos que delinquen, aunque sólo para los que están en ese nivel social, ¿por qué no ellos iban a alcanzar la gloria y la salvación en esta tierra por el camino de la impunidad ética?

En manos de consejeros electorales de esta laya o ralea, las elecciones próximas apuntan a ser sólo un desastre. Ni modo que el olmo produzca peras o manzanas. La compulsa ciudadana no habrá de ser el mejor rasero medidor del pulso político ciudadano, ni ellos sus “árbitros” garantes. Su intentona de aumentarse descomunalmente los sueldos se suma a las muchas reservas y aprensiones que los ciudadanos tienen con relación a las elecciones y a los partidos políticos, a la gran crisis económica y social que ya se cierne sobre toda la sociedad, y a la ineficacia y desgobierno de las actuales autoridades federales, enmarañadas en una lucha sin objetivos claros y sin lealtades reales contra el crimen organizado, el narco y el delito en general. Por lo cual no cabe sino hacer un vaticinio pesimista del próximo cotejo electoral: no serán las elecciones intermedias del 2009 un paso adelante de la incipiente democracia mexicana, sino un paso turbio más en el camino del abstencionismo.

Habrá, según estas premoniciones populares, un abstencionismo mayor, desilusionado de los caminos de la ley y la democracia electoral. Crecerá el ámbito del desencanto hacia los partidos, incapaces de lograr en las cámaras legislativas que el Poder Ejecutivo actúe con firmeza contra la crisis económica y contra la inseguridad que ensangrenta al país. Aumentará el número de quienes antes protestaban porque había un “seguro ganador” siempre, el omnipotente PRI de entonces, y por eso dejaban de acudir a las urnas. Ahora lo harán porque no ven que con la supuesta democracia electoral se resuelvan los problemas, sino que se agudizan y se complican, en medio del bla, bla, bla insustancial de una buena porción de la llamada clase política.

Los consejeros electorales, felizmente, no son capaces de crear la derrota de las elecciones en sí, pero cómo se percibe cuánto se han estado afanando en llevar su granito de arena al desgobierno y a la desconfianza en esas instituciones. La mediocridad institucional está a la vista, plena y nítida. Los consejeros electorales han demostrado que luchan por su derecho a la sopa. Y la mediocridad electoral es sólo un reflejo de la que sufre todo el gobierno en sus distintos niveles, con las honrosas excepciones de siempre.

pojulio2@gmail.com

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