martes, 17 de marzo de 2009

EJECUTADO A BALAZOS

TIJUANA.- La silenciosa noche se interrumpió por varios estruendos que sacudieron a los vecinos de la calle Sinaloa, un joven había sido ejecutado a balazos sin que nadie pudiera hacer nada por salvar su vida.


El cuerpo de un joven de escasos 23 años de edad, quedó tendido boca abajo sobre el asfalto entre las calles Tamaulipas y Sinaloa de la colonia México.
Se trataba de Alberto Javier Ramírez que no pudo esconderse de sus agresores, aunque intentó resguardarse detrás de un vehículo estacionado.
Incluso uno de los vecinos que recibía a la familia del occiso esa noche, indicó que en la manera en como quedó el joven, parecía que trataba de esconderse, "parece que intentó protegerse, pero lo alcanzaron".
De acuerdo a las primeras indagaciones policíacas, la víctima del atentado armado recibió al menos cinco impactos de bala, aunque no ventilaron el calibre o tipo de arma que fue utilizada.
Al lugar arribaron agentes municipales y federales, que recabaron toda la información posible para implementar luego un operativo con el propósito de dar con el o los responsable del homicidio, sin que pudieran lograr el aseguramiento de la mano que detonó el arma.
Por su parte, el Agente del Ministerio Público y personal de la Procuraduría, también hizo su labor de investigación en la escena donde quedó el cuerpo de la víctima.
Posteriormente se instruyó a los elementos del Semefo para que levantaran y trasladaran el cuerpo a sus instalaciones donde se procedería a realizar la necropsia de ley.

Llantos y gritos de dolor por Alberto
Mientras las autoridades realizaban las investigaciones, recabando toda información que pudiera ser útil para capturar a los asesinos, los familiares de Alberto Javier que llegaron de inmediato, no dejaban de llorar y gritar lamentando la pérdida.
El solo hecho de ver el cuerpo sobre el pavimento, en un charco de su propia sangre e inerte; luego de haberlo visto horas antes hablando y simplemente caminando, no podían creer que ya no estuviera con vida.
La calle Sinaloa donde reinaba la calma hasta la tarde del lunes, parecía una zona hostil, donde prevalecía en el medio de la oscuridad, el llanto, lamentos y autoridades de varias corporaciones policíacas en torno a una persona asesinada.

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