martes, 6 de enero de 2009

“Quiero ser narco como mis tíos”

TIJUANA.- César Manuel Ibarra García tenía 15 años cuando asesinó a puñaladas a sus tres sobrinos y su cuñada, y con un martillo intentó matar a su propio hermano. Ahora tiene casi 19 y no ha mostrado señales de arrepentimiento, al contrario, está orgulloso de que lo apoden El Killer en la Estancia para Menores Infractores, donde está recluido desde que cometió el multihomicidio.

A lo espeluznante de su crimen se agrega la imposibilidad de ser curado, pero no se le puede mantener bajo custodia permanente, así que lo más recomendable es darle seguimiento directo y evitar que vuelva a asesinar, su futuro más probable, advirtió el criminólogo Jesús Cureces Ríos, quien destacó que esta es la personalidad de la mayoría de asesinos y criminales.
Por la puerta grande
“Entré por la puerta grande”, repetía César a los sicólogos y siquiatras que lo entrevistaban para constatar su personalidad sicopática. Se refería a la aspiración de ingresar a las filas del crimen organizado. Seguro de que sus antecedentes son la mejor carta de presentación para ser contratado como sicario, deseo que nunca ha ocultado.
Quiere ser narcotraficante, como sus tíos originarios de Sinaloa, donde nació y vivió hasta que su madre no pudo hacerse cargo de él y pidió al mayor de sus hijos que asumiera la custodia. Su deseo es tener dinero, vehículos de lujo y poder, así que si no se le da seguimiento y se mantiene bajo vigilancia, seguramente sabremos mucho más de él, pero en términos negativos, advirtió Cureces.
La vigilancia y seguimiento es lo único que puede hacerse por los sicópatas, porque son refractarios al tratamiento. En su mente enferma sólo existe su lógica y sus parámetros. Lo que hacen está bien y el resto del mundo está mal, explicó el criminólogo.
Enferma, la madre de César pidió a su hijo mayor hacerse cargo del joven. Al principio cumplió con la encomienda materna, hasta que su consanguíneo asesinó a su esposa y a sus tres hijos, de cuatro, seis y ocho años, e intentó matarlo a él, molesto porque su cuñada le pedía que colaborara en los trabajos domésticos.

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